PDVSA, la petrolera venezolana que llegó en la era K y hoy sólo trata de sobrevivir
Desembarcó con estaciones de servicio PDVsur y participó del negocio de la importación de fueloil y gasoil. El año pasado estuvo a punto de ser vendida. Riesgo cierto de default.
La “YPF venezolana” fue un gran motor de la economía chavista durante los años en los que el precio del petróleo volaba por arriba de los 120 dólares por barril, y por los vínculos con el gobierno de Kirchner, llegó hasta la Argentina. En 2005, cuando Hugo Chávez en persona inauguró una estación de servicio de Petróleos de Venezuela (PDVSA), el precio del crudo recién comenzaba su vuelo, superando los US$ 60 por barril. Pero con un barril que en las últimas semanas cierra apenas cerca de los US$ 50, los tiempos de gloria ya parecen cosa de varias décadas atrás, no años.
Su desembarco se extendió al comprar las estaciones de servicio Sol, que comenzó a explotar bajo el nombre de Petrolera del Conosur, que es la marca con la que opera en el país. Según los balances presentados para el cierre de ejercicio en 2016, la empresa, de la cual PDVSA Argentina es dueña del 95%, fina- lizó el ejercicio con un saldo negativo de $ 137 millones, mientras que en el primer trimestre de este año, PDVsur perdió 11 millones de pesos. La caída del año pasado hace pensar que de sus 95 estaciones de servicio, la empresa tuvo rojo en varias.
A pesar de ser un jugador más que importante en el mercado regional e internacional, PDVSA nunca logró ser más que una extensión de la política exterior chavista en la Argentina, según fuentes del mercado. Como evi- dencia, los grandes proyectos que se anunciaron en la década anterior como el “gasoducto interamericano” que habría conectado a Venezuela, Brasil y Argentina, y la ampliación de la refinería de YPF en Bahía Blanca para incluir un proyecto de inversión conjunto entre Enarsa y PDVSA, nunca lograron ser concretados.
El mayor negocio por parte de la empresa con Argentina fue las importaciones de fueloil y gasoil que el país comenzó a recibir en 2004 para compensar la caída en la producción local de gas y el incremento de la demanda en esos años. Pero varios de esos pagos hasta el día de hoy están sin efectuarse, representando una deuda al momento de la asunción de Macri de unos 250 millones de dólares.
Los malos momentos sufridos tanto por la central en Venezuela como por la filial argentina y sus estaciones de servicio llegaron a tal punto el año pasado, que en un momento circularon fuertes indicios de una venta de los activos de PDVsur. El grupo empresarial local interesado era liderado por Emilio González Moreno, ex accionista del Banco Patagonia y uno de los dueños del Grupo Fip, una empresa dedicada a la distribución de combustibles en la Argentina. La oferta incluía un período de administración por parte del grupo durante 14 a 18 meses, con una posibilidad de compra al final, al igual que los proyectos que nunca fueron, la adquisición por parte del grupo empresarial nunca logró ser finalizada. Alerta roja. Un potencial riesgo para PDVSA Argentina este año nace no sólo de sus propias pérdidas por PDVsur, sino que a nivel global existe un ambiente peligroso para la petrolera. El pago de su bono PDVSA 17 a fines de noviembre presenta un escenario de un posible default por parte de la empresa. La deuda total a pagar es 3.500 millones de dólares. Pero hay una posibilidad aún peor. La semana pasada la empresa pidió una postergación de la presentación de sus balances trimestrales auditados para los tenedores de su deuda. La fecha clave es el vierne próximo, cuando los acreedores determinarán si permiten la postergación o no.