“El arte contemporáneo ha sido una actividad de elite”, dijo Ai Weiwei
El famoso artista disidente chino pasó por Buenos Aires, donde tendrá su primera gran retrospectiva en Sudamérica. Es crítico de su país y proclama que “el arte es para todos”.
Faltan algo más de dos meses para que presente la primera gran retrospectiva en Sudamérica pero hace unos días Ai Weiwei pasó por Buenos Aires. Y en Fundación Proa, donde desde el 18 de noviembre próximo y hasta finales de febrero de 2018, estarán sus obras, conversó con la prensa. Y China, su país de nacimiento, fue uno de los temas inevitables. Famoso por ser un disidente, Weiwei reconoció que es difícil cambiar la realidad en su país natal, y que aunque cada vez es más poderoso, “es imposible que China domine el mundo ni que vaya a contribuir a la humanidad”.
Weiwei estuvo detenido en 2011 y luego pasó unos cinco años de estricta vigilancia hasta que en 2015 recuperó su pasaporte y pudo viajar al exterior. “Me seguían a todas partes, me controlaban el teléfono y la computadora, tenía todo tipo de control; en mi casa había una docena de cámaras. Yo era la persona más vigilada en China”.
Hoy día v ive gran par te del año en Alemania. Nacido en 1957 en Pekín se mostró escéptico de poder liderar un cambio en su patria: “Durante esta lucha yo he cambiado, cada vez tengo mis ideas más claras, pero creo que cambiar la sociedad no es posible porque China tiene 1.300 millones de personas y estuvo bajo un régimen comunista durante demasiado tiempo. La sociedad va a cambiar cuando la sociedad esté lista, una sola persona no puede hacerlo”. En cambio, para Weiwei “Latinoamérica es mucho más avanzada, mucho más abierta, tiene una fuerte calidad democrática y de respeto a la libertad de los individuos”.
Competir en Venecia. Su presente creativo lo ubica en torno a la crisis de los refugiados en Europa. Y el próximo 29 de agosto, su documental Human
Flow será uno de los títulos que compitan en la sección oficial por el León de Oro Festival de Venecia.
Esta temática la abarcó también en varias instalaciones artísticas, como por ejemplo cuando llenó de chalecos salvavidas el Konzerthaus de Berlín o llevó botes al Palazzo Strozzi de Florencia. Para él “el arte le pertenece a todo el mundo y todo el mundo tiene el derecho de disfrutarlo. Si el arte no tiene ese objetivo, es falso”, dijo. El arte contemporáneo, en cambio, “ha sido una actividad de una elite que deja de lado al público al crear un lenguaje que no se entiende”, proclamó.