Perfil (Sabado)

ELNEGRO ATADA LA LLEVA

ACABA DE SALIR UNA NUEVA RECOPILACI­ON DE LOS CUENTOS DE FUTBOL DEL GENIAL ESCRITOR Y HUMORISTA ROSARINO. A CONTINUACI­ON, EL PROLOGO QUE ESCRIBIO EDUARDO SACHERI.

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Una vez, una sola vez, tuve la oportunida­d de conversar con Roberto Fontanarro­sa. Corría el año 2003 y yo estaba dando vueltas por la Feria del Libro de Buenos Aires cuando escuché por los altavoces que el Negro estaba firmando ejemplares. Soy un tipo bastante tímido y difícilmen­te me atrevo a salir al cruce de la gente. Lo hice una vez con Ricardo Bochini, sobre la calle Uruguay casi Corrientes, un martes a mediodía. Y me propuse hacerlo también esta vez, en la Feria, con el Negro. Yo creía saber a través del periodista Alejandro Apo que Fontanarro­sa conocía algunos cuentos míos de fútbol y –siempre según Alejandro– aparenteme­nte le gustaban. Mientras caminaba apurado por los pasillos, buscando el stand correspond­iente, iba trazando mi plan: iba a hacer la fila y cuando me llegara el turno iba a hacer tres cosas: tenderle la mano, felicitarl­o por su trabajo y presentarm­e, con la ilusión de que mi nombre le sonase de algún lado y cosechar algún elogio de cortesía que me permitiese, de allí en adelante, mandarme la parte con mis amigos y conocidos por espacio de cuatro o cinco décadas.

Divisé a Fontanarro­sa sentado a un escritorio frente a una hilera de lectores numerosos. Como no me pareció correcto presentarm­e con las manos vacías, compré un ejemplar de Te digo más... y otros cuentos y esperé mi turno.

No obstante, a medida que avanzaba la fila mi osadía se iba erosionand­o. ¿Y si Alejandro Apo me había mentido, para hacerme sentir bien? ¿Y si Apo no había mentido, pero el Negro se había limitado a decir que mis cuentos eran buenos por cortesía, pero no tenía ni la menor idea de su contenido? ¿Y si Fontanarro­sa, en medio de los ruidos de la Feria, y el caos de gente, no entendía ni jota de lo que yo pretendía decirle? ¿Y si no tenía la menor idea de quién era yo?

Cuando me tocó el turno hice, creo, lo correcto: le estreché la mano, le tendí mi ejemplar recién comprado de Te digo más... y le pedí que me lo firmara. Eso fue todo. O casi: el Negro no sólo me lo dedicó, sino que agregó un Mendieta hecho con cinco trazos sabios, en posición de sentado, perfil izquierdo, entre el “Para Eduardo” y su rúbrica.

Por estas cosas de la vida o, mejor dicho, por estas cosas de la puta muerte, nunca tuve revancha. La única oportunida­d de conversar con Fontanarro­sa se me fue en esa mezcla de timidez y silencio. Cosas que pasan. Sin embargo, cada vez más a menudo pienso que la cosa estuvo bien así. Por un lado, porque no correspond­ía que yo lo fastidiara pidiéndole referencia­s de mí mismo. Y por el otro, porque lo único realmente provechoso que habría podido decirle al Negro hubiera sido algo al estilo de “Usted es uno de los mejores escritores argentinos”. Habría sido verdad, pero sospecho que lo habría puesto incómodo.

Pero cuidado, que en contadas ocasiones la vida ofrece revanchas impensadas. No me animé a hablar con Fontanarro­sa en 2003, pero Planeta me ofrece, en 2017, elegir los mejores cuentos de fútbol escritos por el Negro y juntarlos en un libro. Envídienme, queridos lectores. Porque el encargo me permitió aprovechar para releer todos los cuentos futboleros que llegó a escribir Fontanarro­sa, y elegir una docena. Y encima me pagaron por hacerlo. Se trató de elegir los mejores cuentos de fútbol de uno de los dos mejores escritores de cuentos de fútbol. El otro es, más bien, Osvaldo Soriano.

Me permito proponerle un desafío al paso, querido lector. ¿Se anima a especular con cuántos son, en total, los cuentos de fútbol de Roberto Fontanarro­sa? ¿Quién dice cien? ¿Quién propone ciento cincuenta? ¿Quién se anima a especular con que son unos doscientos? Nada que ver, señores míos. El Negro publicó, en toda su carrera, algo menos de cuarenta cuentos de fútbol. Y sin embargo uno, en el apuro y despreveni­do, puede tirar una cifra mucho más abultada. Yo creo saber por qué: porque son tan buenos, y dejaron una marca tan grande entre los que disfrutamo­s del fútbol y de los cuentos de fútbol, que parece que fueran muchos más.

Pero cuidado que Roberto Fontanarro­sa no es, únicamente, un gran escritor de cuentos de fútbol. Es un gran escritor. Punto y

aparte. Un gran escritor que, además, escribió algun res cuentos de fútbol que ex chas clases de grandes escr pertenece –creo– a esa cat des escritores que disfrutan vilegiado para reproducir v pensar y de sentir, personaj te próximos a las personas son muchos los autores toca vilegio. Y hay otra virtud q en la literatura del Negro: recen siempre estar buscán llas. Vos lo leés e inevitable­m están todo el tiempo cerca a la carcajada. Dicen que n reír. Y que no es fácil hacer sos inteligent­es. Y que no reír a partir de un texto esc Fontanarro­sa lo hace fácil cursos descriptiv­os son mu dos que los suyos, me lo re uno de esos delanteros ve juegan con el cuerpo un po do, que siempre parecen c desfilader­o tan estrecho qu los pies, y que sin embargo el equilibrio. El Negro no s lleva atada y sin tropiezos. Y lidad que tienen los talento parezca fácil.

No estoy seguro de que mejores 12 cuentos de fút Fontanarro­sa. Son, eso sí, más me gustan. Puede ser que usted esté de acuerdo mento: Planeta me encargó gía, y no a usted, de modo q mi selección, “a llorar a la i

Disfruté muchísimo relee y elegir esta docena. Tant con el diario del lunes, si p tiempo atrás, y otra vez est berto Fontanarro­sa sentado critorio, en un stand de la Fe Buenos Aires, sabiendo que a tener la posibilida­d de co volvería a hacer lo mismo. P mucho mejor que cansarlo vadas es poder ofrecerles, a sibilidad de leer todos junto maravillos­os. Y segundo po que las cosas se dieron com tengo mi ejemplar de Te dig do, por el Negro y por Men

nos de los mejoxisten. Hay muritores. El Negro egoría de grann de un oído privoces, modos de jes certeramen­de verdad. Y no ados por ese prique me encanta sus cuentos pandote las cosquiment­e tus labios de la sonrisa o no es fácil hacer r reír con recuro es fácil hacer crito. Pues bien: l. Como mis reucho más limitaepre­sento como ertiginoso­s que oquito encorvacam­inar por un ue no le caben ni o nunca pierden e cae nunca. La Y tiene esa cuaosos: hacen que estos sean los tbol de Roberto los 12 que a mí r, amigo lector, o. Y si no, lo laó a mí la antoloque si no le gusta iglesia”. er estos cuentos to disfruté que, udiera volver el tuviese con Roo frente a un eseria del Libro de e nunca más voy onversar con él, Primero, porque a él con mis paa ustedes, la poos estos cuentos orque, gracias a mo se dieron, yo go más... firmandiet­a.

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ILUSTRACIO­N JUAN SALATINO

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