Los simios como base de Hollywood con alma
Por segunda vez el estadounidense Matt Reeves se pone detrás de la cámara para continuar con la clásica franquicia El planeta de los simios. La actual y la anterior película de la saga de Reeves y la previa a éstas, dirigida por Rupert Wyatt, conforman una trilogía que tuvo su primera antecesora en 1968.
Tanto en la dirección como en su colaboración en el guión, Reeves se tomó muy en serio esta saga distópica. En la actual mezcla el género bélico y el western, y logra una fusión intimista, heroica y humorística, hasta con atisbos de parodia, para explorar nuevamente el enfrentamiento entre las bestias inteligentes y los humanos, cuyo vértice de dominación es un extravagante coronel a cargo de Woody Harrelson. Personaje que intenta parodiar sin tapujos al de Marlon Brando en Apocalypse Now.
Desde sus primeras escenas el film captura la atención y le provoca una serie de contradicciones al espectador al observar la manera en que los simios razonan y arman sus estrategias para intentar sos- tener una paz efímera antes que se desate la batalla final.
Las escenas en la selva dejan asomar a un líder, César, que conduce a los suyos con pulso firme, escasas palabras y acertadas decisiones.
En medio de un contexto selvático y montañoso, con lagos y cascadas, simios y humanos se acechan con cautela y un solo objetivo: aniquilar al otro. La lucha por la supervivencia es mostrada acá a través de una ambientación que agobia por lo denso. Pero eso no le quita la firmeza con la que el director retrata a su héroe, César, que con taciturno desencanto e ira contenida, luego de perder a su familia se mueve como el solitario protagonista de un western, para descubrir más tarde que sus pares han sido esclavizados. Lo que ocurre después es una especie de Guerra de Secesión. Andy Serkis como César genera una verosimilitud y emoción inusitada.