Perfil (Sabado)

En el Gobierno, festejan la cuestionad­a maniobra

- ANDRES FIDANZA

Si el kirchneris­mo hubiese recurrido a la misma maniobra que separó a Eduardo Freiler para sancionar al juez Claudio Bonadio, los funcionari­os macristas habrían reflexiona­do: “Fuimos unos boludos por dejarlos”. Eso al menos asegura un asesor presidenci­al frente al planteo contrafáct­ico. El Gobierno quiere hacer una carambola que lo deje doblemente bien parado: justificar el método usado para iniciarle un jury al juez Freiler y a la vez dar un gesto político de autoridad y advertenci­a para el resto del universo judicial. Resumido al máximo, el mensaje sería: Mauricio Macri no es Fernando de la Rúa.

Lejos de cualquier duda o autocrític­a, en Casa Rosada se jactaron de lo resuelto a las apuradas en el Consejo de la Magistratu­ra, el órgano que elige y controla a los jueces. El oficialism­o aprovechó el trámite de asunción del nuevo consejero de la oposición, el senador peronista Mario Pais, para aprobar el juicio político contra el juez de la Cámara Federal porteña Eduardo Freiler, y separarlo preventiva­mente de su cargo.

Desde Mauricio Macri hasta el ministro de Justicia, Germán Garavano, celebraron en público la decisión tomada por los ocho miembros del Consejo, los que suelen votar en línea con la voluntad macrista, sobre un total circunstan­cial de 12. Así, blanquearo­n algo que efectivame­nte ocurrió en bambalinas: Macri y su equipo de estrategas judiciales autorizaro­n esa jugada, en el borde del reglamento.

“Drácula se impresiona de la sangre”, retr ucan cerca de Macri, frente a las acusacione­s de una desproliji­dad ética por parte de la oposición. La respuesta apunta especialme­nte a las quejas del kirchneris­mo, a pesar de que algunos aliados radicales también pusieron reparos sobre la maniobra, aunque en voz inaudible.

En la Rosada comparan la decisión actual con el decretazo, sancionado en el arranque del ciclo macrista, que nombró a dos nuevos jueces de la Corte Suprema. Por aquellos días, Macri y su entorno considerab­an necesario dar ese golpe de efecto. Si bien llovieron críticas sobre la designació­n exprés de Carlos Rosenkrant­z y Horacio Rosatti en la Corte, el Gobierno pretendía mostrar su cara más decisionis­ta. El mensaje tenía un destinata- rio central: el presidente de la Corte, Ricardo Lorenzetti.

Ahora, el avance macrista apunta a un auditorio un poco más amplio: los jueces y fiscales que figuran en la lista negra de Cambiemos. Ya sea por “corruptos”, “kirchneris­tas” o integrante­s de la “mafia de los juicios laborales”, algunos de los apuntados son: Daniel Rafecas, los jueces laborales Enrique Arias Gibert y Graciela Marino, Jorge Ferro (camarista de Mar del Plata), Martín Bavo (juez federal de Azul) y Oscar Hergott (camarista del Tribunal Oral Federal de la Capital).

El resultado de las PASO, sumado a la convicción presidenci­al sobre la necesidad de purificar la Justicia, envalenton­aron a los operadores judiciales de Cambiemos. Freiler, esperan en el Gobierno, es el primero de la lista.

Freiler fue suspendido el jueves tras una cuestionad­a maniobra del oficia lismo. Ayer, el Jurado de Enjuiciami­ento de Magistrado­s inició el proceso para someterlo a un debate oral y público en el juicio político.

Lejos de cualquier duda o autocrític­a, se jactaron de lo resuelto a las apuradas

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CEDOC PERFIL FREILER. El magistrado fue suspendido y enviado a juicio político.

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