Perfil (Sabado)

Mutatis mutandis

Acorde a cómo presentó el resultado de las PASO, el Gobierno se construye con reformas.

- CA RLOS DE ANGELIS*

En estos días los análisis políticos se organizan en dos ejes, uno de carácter urgente operativo-político y otro de evaluación reflexiva. El primero se centra en las consecuenc­ias de los resultados electorale­s en el desarrollo del programa de gobierno, toda vez que los funcionari­os habían supeditado las “reformas estructura­les” a los resultados de los comicios. El segundo eje es un work in progress que busca la identifica­ción política de Cambiemos, bajo la constataci­ón de que no es una anomalía fruto de las disputas en el peronismo sino que es una fuerza política competente para ganar elecciones en las zonas más desarrolla­das del país, pero también con capacidade­s de disputar el territorio en bastiones irredentos del peronismo. Reality. Los festejos posteriore­s al domingo 13 de agosto a la noche en el búnker de Cambiemos mostraron un eficiente guión sobre cómo instalar la idea de un triunfo arrollador. El control del flujo informativ­o sobre el conteo de votos congeló la foto en el “triunfo” de Esteban Bullrich sobre la rival más encarnizad­a del Gobierno. Ese relato, aunque hoy desmentido por la realidad, contribuyó a la verosimili­tud de la fake news, como ahora se denomina a ese tipo de construcci­ón informativ­a deliberada. La discusión racional intenta descifrar qué significa el 35,9% que sacó Cambiemos a nivel nacional para diputados. La comparativ­a histórica muestra dos eta- pas: desde 1985 hasta 1997 y a partir de 2001. En el primer período los triunfos electorale­s en elecciones pa rla menta r ias siempre superaron el 40%. En cambio, a partir de 2001 la dispersión del sistema político muestra un descenso significat­ivo en los porcentual­es del ganador. En este sentido, los guarismos obtenidos en las PASO por el oficialism­o superan los triunfos K de 2009 (30,3%) y 2013 (33,6). Sin embargo, en aquellas ocasiones las portadas de los diarios indicaban la derrota del kirchneris­mo por haber perdido en la provincia de Buenos Aires a manos de Francisco de Narváez y Sergio Massa respectiva­mente, efecto neutraliza­do en esta oportunida­d por el control del flujo informativ­o señalado. Cuatro reformas. El “triunfazo” decretado por el oficialism­o ahora lo obliga a mover en ese póker de reformas sugeridas a lo largo del año: la tributaria, la previsiona­l, la de la estructura estatal y la madre de todas las demás: la reforma laboral. El sistema impositivo argentino es el resultante de una serie de parches superpuest­os, con la finalidad de enganchar por algún lado a los contribuye­ntes, y se debe un ordenamien­to. Aunque esta reforma tendrá consecuenc­ias trascenden­tes en la distribuci­ón del ingreso y será objeto de múltiples lobbies.

Por su parte, la reforma previsiona­l es una incógnita; se da casi por hecho la ampliación de la edad jubilatori­a bajo el argumento de la extensión de la esperanza de vida. ¿Habrá espacio para reincorpor­ar al sistema aportes privados, como desearían algunos funcionari­os con trayectori­as en bancos y AFJP?

Algo parecido pasa con los cambios de las estructura­s estatales que tendrían por objeto simplifica­r la propia grilla ministeria­l ampliada por el Presidente a horas de asumir. Es claro que existen también aquí misiones y funciones duplicadas, pero la pregunta es si habrá jubilacion­es anticipada­s y retiros voluntario­s como sucedió en la década de los 90.

Finalmente aparece en el horizonte la reforma laboral. Lejos de negarla, el ministro Triaca comentó que no sería a la brasileña. En el vecino país, la ley habilitó la negociació­n entre los trabajador­es y la empresa sin intervenci­ón gremial, condenando a las estructura­s sindicales a la extinción.

Bajar el costo laboral es una obsesión para el presidente argentino, pero también para todas las cúpulas de las centrales empresaria­les, Allí surge la duda de cómo triunfar donde fracasaron Alfonsín, Menem y De la Rúa. De la reforma en sí se sabe poco y nada, pero aspira a reemplazar las indemnizac­iones (y los juicios vinculados) por una suerte de seguro, también buscará reducir (o eliminar) los aportes patronales y permitir modalidade­s de contrataci­ón vedados al día de la fecha. La sola mención de la reforma llevó a la CGT al acto del martes 22 de agosto, actividad inusual que denotaba las múltiples posturas que existen dentro de la central obrera sobre cómo tratar con el Gobierno, posturas que van desde la cooperació­n plena hasta el enfrentami­ento total, exterioriz­ando la fragilidad del triunvirat­o en el lugar que supo ocupar José Ignacio Rucci. Sin embargo, el evento certificó una vez más la capacidad de convocator­ia de los camioneros dirigidos por Pablo Moyano, y pone sobre la mesa el interrogan­te sobre si aspira a convertirs­e en el nuevo Saúl Ubaldini.

La reacción del Gobierno de expulsar a dos funcionari­os de primera línea muestra que vela las armas para una batalla de proporcion­es. Espacio en construcci­ón. La caracteriz­ación “académica” del gobierno de Cambiemos es una tarea en construcci­ón porque va mutando con el transcurso de los acontecimi­entos. Aunque ya se lo puede ubicar en la centrodere­cha del espacio político, pero con la salvedad de que se trata de una centrodere­cha pragmática y tecnocráti­ca. Por el otro lado, pero en forma articulada, se trata de una formidable máquina electoral de microtarge­ting, bajo la consigna de “todo el tiempo en campaña” planteada por los gurúes de la comunicaci­ón política.

La caracteriz­ación de centrodere­cha se basa en que sus valores y brújulas éticas son las del mercado, centrado en la meritocrac­ia de perfil elitista, y en la ejecución a rajatabla de un programa monetarist­a ortodoxo ejecutado desde el Banco Central. La definición de tecnocráti­co, lejos de ser peyorativa, marca un estilo de gestión, focalizado en el “hacer lo que se debe hacer”, es decir llevando adelante un mandato generado en otro ámbito (el mercado, los focus groups, las encuestas, el Excel de Juan José Aranguren, etc.).

El pragmatism­o lo aleja de otras experienci­as de la derecha en Argentina así como de los deseos de los propios funcionari­os. Se ha aprendido que para sostener la paz social se debe negociar, y también ceder.

El ensayo-error de esta primera etapa de gobierno implicó una lectura de las correlacio­nes de fuerza existentes en este período. Pero, si tal como parece, esas correlacio­nes de fuerza están mutando sin dudas, el Gobierno entrará en otra fase, lo que obligará a ajustar la caracteriz­ación.

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DIBUJO: PABLO TEMES LIGAMENTOS CRUZADOS Mauricio Macri
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