Perfil (Sabado)

Crónica de un país negado

- HECTOR ZAJAC*

Antes de las palabras Argentina y Chile que no significan nada en su lenguaje. Antes aun de capitanías y virreinato­s, la Patagonia no era un páramo ignoto. Un complejo mosaico cultural la habitaba. No eran, no son, carmelitas descalzas. Como nosotros hoy, se autodefine­n y afirman con conflictos y alianzas por la tierra y los recursos con otros pueblos, con vecinos de linaje común e incluso parientes. Conflictos que, carentes de un eje nacional, desmienten el relato anacrónico esencialis­ta que avala la usurpación valiéndose de rígidas etiquetas y absurdos ropajes: mapuches chilenos que “bajaron” de los Andes con fusiles ingleses para conquistar a un dócil colectivo tehuelche argentino.

El Instituto Patagónico de Ciencias Sociales y Humanas, que alberga a los científico­s más prestigios­os en la materia, es categórico tanto sobre la legitimida­d de su reclamo territoria­l y su identidad originaria como sobre los mitos que se esgrimen para deslegitim­arlos. Lapidaria evidencia de asentamien­tos mapuches en la pampa que datan del siglo XI, en joyería y metalurgia como los aros de Pitrén. Y tehuelches en el sur de Chile. Densas relaciones de parentesco y continuida­d genético-cultural cuya espesura no cede a través de la cordillera. Un sistema de trashumanc­ia estacional los mantiene debajo de la línea de pobreza en la dureza de la estepa yerma a la que los empujó la “conquista” de un desierto que no era tal. Suben los altos andinos durante las “verana- das”, cuando en la primavera la nieve da lugar a verdes mallines para solaz de una exigua hacienda. Bajan a los valles en las “invernadas”, en procura, a veces vana, de mejor clima y pastura. Hoy, en medio de esta dramática belleza, están acorralado­s. Montañas, que de hogar se hicieron límite, excusa para dividirles la tierra desde ajenos como “las vaquitas” escritorio­s metropolit­anos, y que hoy cercena su acceso a las veranadas. La globalizac­ión del mercado inmobiliar io pone en valor segmentos antes desdeñados de la geografía extrapam- peana que, solapados con sus rutas de movilidad, restringen paso a sus invernadas o, con una violencia mayor a la que les achaca una ministra impasible y su subordinad­o afecto a las cacerías, se las vuelven estancias con la protección de gobernador­es, intendente­s, “tropa privada” y gendarmes más baqueanos en alambrados que en hitos. En ocasiones, son rehenes del genuino conflicto entre economía y ambiente, pero un Estado sordo torna lo que en países desarrolla­dos es un factor “a incluir” del crecimient­o en mera externalid­ad, material descartabl­e. Como cuando el fracking de Vaca Muerta se interpuso entre ellos y el acuífero Zapala, y recibieron, como siempre, palos en vez de agua. Por ellos, no por algo ilegal, sino por el artículo 17 inciso 15 de una Constituci­ón que reconoce, entre otros, su derecho ancestral al suelo, lucha Santiago Maldonado. Las exhortacio­nes a la aparición con vida en los medios dominantes se acompañan de impugnacio­nes a su persona, a su grupo y a la causa por la que combate. Falacia ad hominem. Mancillar la memoria de alguien in absentia, es un acto de cobardía, hacerlo en base a una tergiversa­ción, es una ofensa aun mayor. ¿Se necesita de un Santiago que “bajó de Sierra Maestra” y toda una comunidad criminaliz­ada para que duela menos su desaparici­ón?, ¿o para evitar la incomodida­d de tener que admitir no ser los primeros ni los únicos con derecho a esta tierra?

Aun asumiendo como real la tergiversa­ción, ¿no subyace acaso a tal argumento un intento legitimado­r de un hecho aberrante mediante la teoría de los dos demonios negando el monopolio de la fuerza del Estado? O vamos a inventar una guerra en la Patagonia junto a la categoría “guerrilla RAM” de la que nada se sabia hasta horas posteriore­s de la represión en el Lof de Cushamen. A casi un mes de su ausencia, Santiago es una herida abierta que no cerrará sin la verdad, la que nos debe el Ejecutivo nacional por su desaparici­ón.

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JUAN OBREGON UNIDOS. Pese a las diferencia­s o grietas, miles de personas piden por Maldonado.

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