El imán radicalizó a los terroristas en la corriente más extrema del salafismo
Los jóvenes que integraban la célula terrorista que protagonizó los atentados en Barcelona fueron radicalizados por la secta Takfir Wal Hijra (Anatema y Exilio), la corriente más clandestina y secreta del salafismo, según afirmó ayer el diario El País.
Los takfiris son el movimiento más radical y violento del fundamentalismo. Figura en la lista de organizaciones terroristas de la Unión Europea (UE) y constituye el núcleo más peligroso del yihadismo, por la invisibilidad de sus miembros. Todo apunta a que el imán Abdelbaki es Satty, que radicalizó y lideró a los jóvenes terroristas, adoctrinó al grupo en esa corriente.
La principal característica de los takfiris consiste en que rompen las reglas sagradas del islam, para evitar ser detectados por las autoridades. Visten ropa occidental, calzan zapatillas, beben alcohol, consumen drogas, escuchan música, bailan, ven televisión, se muestran en público con mujeres y comen cerdo. Todos los “vicios” occidentales están autorizados para ocultarse de la vigilancia de las fuerzas de seguridad. Así, los doce jóvenes eludieron el radar de los servicios de inteligencia.
“Eso explicaría por qué ni el imán ni ninguno de los 12 integrantes de la célula mostraran signos externos de radicalismo”, afirmó una fuente policial a El País. “Es una conducta que dificulta mucho nuestra labor y la de los confidentes que nos ayudan a detectar a jóvenes dispuestos a la radicalización”, agregó. Influencia. La presencia de Takfir Wal Hijra en España no es nueva. Informes del Centro Nacional de Inteligencia (CNI) fechados en 2007 alertaron sobre el crecimiento de esta corriente y la apertura de seis pequeñas mezquitas, cuatro en Barcelona y dos en Valencia, dirigidas por takfiris. Sus imanes eran marroquíes y argelinos, jamás pronunciaron la palabra yihad desde el púlpito ni levantaron sospechas entre sus fieles, vecinos y autoridades.