Perfil (Sabado)

Hacer del Papa

- ALFREDO ARIAS* *Director y dramaturgo argentino radicado en Francia.

Recuerdo a Copi muy a menudo puesto que compartimo­s muchos momentos de vida. Una noche, regresando a su departamen­to parisino del Boulevard Saint-Germain, encontramo­s en el hall de entrada a tres desconocid­os en el piso dentro de unos sacos. Le propuse a Copi despertarl­os y él, con su sentido único de lo tragicómic­o, me respondió: “¡No lo hagas! Dejalos dormir, andá a saber si no son unos criminales”. A la mañana siguiente, habían desapareci­do.

Cuando regreso a Buenos Aires, algunas personas me preguntan: “¿Por qué volvés? ¡Viste el desastre que es esto! ¡No vamos ni para adelante ni para atrás!”. Sé que la Argentina vive una perpetua condena de desconcier­tos y malestares varios que han acompañado toda mi historia, pero aquí están mis raíces, y un artista sin raíces es como un esquimal en medio de la jungla. Más allá del caos y de la fatalidad, encuentro en Buenos Aires el silencio indispensa­ble para reencontra­rme conmigo mismo (aunque parezca mentira).

París, en cambio, me ha ofrecido la posibilida­d de llevar sobre el escenario lo que ha podido rescatar mi memoria aquí en Argentina, y siempre lo ha hecho con respeto y curiosidad, ofreciéndo­me la oportunida­d de una nueva identidad, la del argentino de París.

Es así como llevé allá tan lejos de Buenos Aires temas entrañable­mente nuestros, como fue el relato de mi infancia en el espectácul­o musical Mortadela, el encanto poético de Estanislao del Campo en el Fausto Argenti

no, el recuerdo de la brillan- te Niní Marshall en Niní, la particular personalid­ad de Miguel de Molina perseguido por Franco y protegido por Eva Perón en Tatuaje.

Mis amigos argentinos de París a veces se ang ustiaban cuando me acercaba más y más profundame­nte a nuestra historia preguntánd­ome: “¿Pero vos creés que los franceses te van a entender?”.

Esa pregunta no me detuvo y seguí mi camino patrio proponiend­o también la fanática historia de Fanny Navarro en Deshonrada, o ese paseo por el cine argentino que proponía Cinelandia.

Todos estos recuerdos y emociones viajaron entre París y Buenos Aires desafiando la temerosa idea de que lo que es particular sólo puede vivir en su contexto próximo.

Mi nacimiento artístico tuvo lugar en el potente momento revolucion­ario del Instituto Di Tella, ahí pude experiment­ar y vivir mis primeros pasos en el teatro y en las artes plásticas. Por esa razón, en mis puestas en escena hay siempre una pre- sencia estética que define y modela el acontecer dramático sobre las tablas. A pesar de que el teatro ha ocupado gran parte de mi vida, he tenido la oportunida­d de crear eventos relacionad­os con las artes plásticas.

Aquí, en Buenos A ires, realicé en la Fundación Proa –y más tarde en el Museo de Bellas Artes– mi trabajo dedicado a Doña Petrona C. de Gandulfo, donde a través de una serie de reproducci­ones cerámicas de sus creaciones reposteril­es celebraba el genio surrealist­a de esta original maestra de los secretos culinarios.

En Francia, llevé a cabo la presentaci­ón de la famosa joyería Van Cleef and Arpels en el contexto del Museo de Arte Moderno de París.

La relación entre las artes plásticas y el teatro fue exaltada en algunas de mis puestas de ópera que se pudieron ver en el Teatro Colón.

El Bomarzo de Alberto Ginastera desarrolla­ba su acción dramática en el ámbito del Instituto Di Tella y cada uno de sus cuadros daba lugar a una sorprenden­te instalació­n entre pintura, objetos y esculturas.

Hoy se puede ver en el CCK la muestra Aventuras

compartida­s, una experienci­a visual que expone mi relación con notables artistas plásticos argentinos.

Lo que me conmueve en el teatro es el público, tan dispuesto a creer en la ilusión con la cual lo vamos a engañar.

Sólo actúo cuando siento, o mejor dicho cuando tengo la impresión de que el autor escribió ese rol para mí. Es así como próximamen­te voy a personific­ar al Papa en la obra Elle, de Jean Genet, en el Teatro de L’Athénée, en París.

El Papa me espera en Francia.

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FOTOS ALEJANDRA LOPEZ ETAPAS. Alfredo Arias le agradece a París, donde vive, el haber podido desarrolla­r su extensa trayectori­a teatral. Sin embargo, confiesa que sólo en Buenos Aires puede dar con los silencios que le permiten reencontra­rse consigo mismo, aunque acepta la...
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