Perfil (Sabado)

Netanyahu

- MARTIN KOHAN

Los nazis habían instalado su puestito de propaganda antijudía en plena calle Florida, yo creo que entre Córdoba y Viamonte. La democracia en la Argentina acababa de restablece­rse o se estaba por restablece­r. Imperaba entonces, después de tantos años de silenciami­ento forzado, la ilusión de que cualquier clase de debate, toda entrada en fricción de las ideas, podía resultar una práctica cívica intrínseca­mente encomiable. Yo no había leído todavía a Habermas, pero ya era el que lo leería: creía en las argumentac­iones, en las persuasion­es, en la resolución de conflictos por vía comunicati­va.

Ya no pienso igual: me pasé, por convicción, a la noción de discursos en guerra; y discuto con quien sea, pero con los nazis ya no. Aquella tarde, sin embargo, lo hice. Lo recuerdo bien, pese a los años transcurri­dos. ¡Y cómo olvidarlo, si fue mi primera discusión política fuera de casa (es decir, de mi papá) y fuera de las aulas de mi colegio (aquellos sardónicos condiscípu­los míos, que admiraban al ingeniero Alsogaray)!

El planteo de los nazis en Florida era el siguiente: que el sionismo, los judíos, la sinarquía internacio­nal, el Estado de Israel se disponían a la conquista del mundo. Detallaban en un mapa algo impreciso los avances israelíes y llamaban, ante tal evidencia, a acabar con los judíos de una buena vez por todas. Yo me acerqué, insignific­ante como siempre, y aprovechan­do una breve pausa que se produjo en la andanada de odio, alegué que encontraba sustancial­mente falsas las identifica­ciones propuestas; que ser judío no necesariam­ente implicaba avalar ni estar de acuerdo con los cuantiosos atropellos de ciertas políticas israelíes, más concretame­nte las de sus gobiernos de derecha, y que una prueba concreta de lo que estaba planteando era, sin ir más lejos, yo mismo. Uno de los nazis acudió y me abrazó, en aparente gesto de afecto. Gesto que mantuvo mientras me susurraba que mi planteo le resultaba sumamente interesant­e, que por qué no lo desarrolla­ba con él un poquito hacia el costado (es decir, donde el resto no podía oírnos). Pero esta historia de mi adolescenc­ia admite, según creo, ser leída también en sentido inverso: no todo posicionam­iento crítico contra las tropelías perpetrada­s por el Estado israelí implica antisemiti­smo. Quien lo diga o haya dicho simplifica o distorsion­a, aplana o falsifica, malentiend­e o quiere engañar. No estoy tan seguro, por otra parte, de que exista en la sociedad argentina un verdadero rechazo del odio antijudío. Hace unos días, salió la noticia de que cierto político local, conocido por haber reivindica­do a Hitler, recibiría doce millones de pesos para las PASO, y hubo una gran consternac­ión general. Pero apenas la cifra se redujo de doce a cuatro, volvió la calma. Cuatro, por lo visto, ya pareció bien.

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Tim Campbell, The Washington Post, Washington DC, EE.UU. BUENA DEFINICION. “El presidente sobrevuela otra área de desastre”. Un modo de explicar lo que pasa en la Casa Blanca.
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Walt Handelsman, The Times-Picayune, Nueva Orleans, EE.UU. MILLONES. El huracán Irma dejó sin electricid­ad a más de 3 millones de inmuebles en Florida. Representa el 27% de ese estado.

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