Rubinstein.
El funcionario anticipa los ejes de su gestión: acercar los servicios sanitarios a la gente, reducir brechas de inequidad en la atención y combatir la epidemia de obesidad.
El nuevo ministro de Salud habló con PERFIL sobre los ejes que tendrá su gestión.
Pide disculpas por el desorden, mientras acomoda los papeles del escritorio para la foto. Aunque hace ocho meses trabaja en el Ministerio de Salud de la Nación, hace pocos días ocupa el despacho principal del viejo edificio de la avenida 9 de Julio. Adolfo Rubinstein, 58 años, magíster de la Escuela de Salud Pública de la Universidad de Harvard y fundador del Instituto de Efectividad Clínica y Sanitaria (IECS), cuenta cuáles serán los tres ejes de su gestión al frente de la cartera sanitaria, tras la salida de Jorge Lemus.
“El pr imer objetivo será acercar los servicios de salud a la gente, particularmente a los grupos más vulnerables. Este logro lo vamos a producir a través de la implementación de la Cobertura Universal de Salud (CUS). El segundo es reducir las brechas de inequidad que hay en la Argentina. Es inadmisible que el tiempo que media entre diagnóstico y tratamiento de problemas serios de salud como el cáncer sea de dos a tres veces mayor en alguna provincias respecto de otras. El tercer foco es combatir la epidemia de malnutrición y obesidad infantil porque está hipotecando el futuro de la próxima generación de argentinos”, le dijo a PERFIL.
Rodeado por un imponente cuadro de Quinquela Martín –al que promete restaurar– y una vieja foto de su casamiento donde se lo ve abrazado al ex presidente Raúl Alfonsín (su padre fue funcionario en su gobierno), Rubinstein apuesta también por fortale- cer los cuadros técnicos del ministerio, tras las críticas a Lemus por el desplazamiento de funcionarios claves. “Vengo de la investigación, mi carrera la hice en la gestión y creo en las políticas públicas informadas y apoyadas en las evidencias científicas”, sostuvo
lgunos de los cambios: Mario Kaler, actual subsecretario, pasará a ser secretario del Programas de Promoción, Prevención y Atención Primaria; Luis Giménez (ex director médico de Omint) será el nuevo secretario de Políticas, Regulación e Instituto; y María Cecilia Loccisano, la mujer del ministro de Trabajo Jorge Triaca, seguirá a cargo de la Coordinación Administrativa pero ahora con rango de secretaría.
—Además de la inequidad, otro de los problemas del sistema de salud es la fragmentación. ¿En qué etapa de implementación está la CUS?
—La fragmentación, la segmentación y la pluralidad del financiamiento son un tema preocupante en la Argentina y muy difícil de resolver. Tenemos un sector público cuya atención está descentralizada en 24 distritos y a su vez muchos distritos tienen municipalizada la atención. Hay 290 obras sociales nacionales, 24 provinciales y el PAMI. Y más de 200 empresas de medicina prepaga. Todo eso hace que el desafío de poder integrar y articular el sistema de salud sea inmenso. ¿Cómo lo vamos a hacer? El primer punto es trabajar en los cimientos. Estamos empezando a articular políticas con la Superintendencia de Servicios de Salud para fortalecer sistemas integrados de información que permitan, en principio, conocer cuál es la población, sus características, sus riesgos. Ese es el primer punto para empezar a trabajar en la integración.
—¿A principio de año hubo faltantes de drogas contra la tuberculosis, el VIH y la hepatitis C. ¿Está garantizado el suministro?
—Cuando asumí encontramos un valle importante en la provisión de algunos medicamentos que habían sido producto de que no se habían hecho las licitaciones que correspondan en 2015. Trabajamos denodadamente y hoy estamos con provisión adecuada de retrovirales y drogas contra la hepatitis. Estamos cubriendo la demanda y la necesidad de la población.
—Pero existe temor de que con la CUS haya una redución de prestaciones y entrega de medicamentos. ¿Están evaluando cambios?
—Ha habido construcciones confabuladoras que no sé qué origen tienen. La realidad es que la CUS significa ampliar la cobertura prestacional y proteger financieramente a la población más vulnerable. Lo que queremos empezar a hacer es generar políticas de consenso que permitan definir prioridades: cuáles son las enfermedades más serias, las que tienen mayor valor social para luego inyectar recursos.
—¿Sigue adelante el proyecto de crear una agencia de evaluación de tecnologías sanitarias?
—Sí, absolutamente. Como está enmarcada en la reforma laboral se interpreta que es para reducir la litigiosidad. Pero en realidad agencias de evaluación tienen todos los países más desarrollados del mundo. Hoy estamos frente a un problema muy serio, que es cómo asegurar la sustentabilidad de los sistemas de salud. El objetivo de la agencia es que ayude a tomar decisiones racionales sobre qué tecnologías hay que incorporar, en qué circunstancias y en qué grupos de pacientes y enfermedades.
—¿Qué medidas tiene pensadas para prevenir la obesidad infantil?
—Estamos enfrentando la peor epidemia moderna; en los últimos veinte años se han incrementado de forma dramática las cifras de obesidad. Hay muchas medidas que están avaladas por la evidencia científica. Una de ellas es poner los impuestos a las bebidas azucaras. Esto ha demostrado efectividad: en México se ha visto una fuerte reducción del consumo por el aumento del precio. Además, tenemos que trabajar en el etiquetado frontal de alimentos, la creación de entornos saludables y la restricción de la publicidad dirigida a los chicos.
“Estamos ante un problema muy serio: asegurar la sustentabilidad del sistema de salud.”