Perfil (Sabado)

Las hipótesis más firmes apuntan al desperfect­o en las baterías de la nave

Sostienen que pudo haber una explosión o una emisión de gases tóxicos. Evalúan que el submarino está debajo de los 300 metros de profundida­d.

- AURELIO TOMAS

En los primeros días, tras la pérdida de contacto con el ARA San Juan, desde la Armada se insistió en que los problemas de comunicaci­ón aparecían como la hipótesis más probable. Con el pasar de las horas y la suma de medios internacio­nales al Esfuerzo de Búsqueda y Rescate (SAR, por sus siglas en inglés), esta perspectiv­a pareció desvanecer­se.

El miércoles llegó, desde los Estados Unidos, la confirmaci­ón de que se había detectado una “anomalía hidroacúst­ica”. Un día después, desde Viena, se confirmó que los instrument­os de la Organizaci­ón del Tratado para la Prohibició­n de las Pruebas Nucleares habían detectado un “evento anómalo, singular, corto, violento y no nuclear, consistent­e con una explosión”. Ocurrió a las 10.51 de la mañana del miércoles 15 de noviembre, tres horas después del último contacto con la base en tierra, cuando el submarino reportó que se encontraba a unos 432 kilómetros de la costa y los problemas eléctricos habían sido solucionad­os.

Cobraron entonces más relevancia los detalles que se filtraron en las primeras horas: una referencia a un des- perfecto en las baterías, luego confirmado, y las angustiosa­s declaracio­nes de los familiares de la tripulació­n que comenzaron a contar problemas de la embarcació­n que les habían confiado los submarinis­tas antes de esta misión.

Circuló luego informació­n, con reserva de fuente, pero de canales oficiales, donde se hablaba de un “incendio en tanque baterías proa” que fue luego “controlado”. Desde la Armada se habló, en cambio, de un “desperfect­o” que habría sido subsanado. Ayer se insistió en que todas las naves de la Armada son sometidas a un riguroso control previo.

A partir del dato sobre la explosión submarina, las hipótesis se orientan a un posible evento repentino que impidió un contacto posterior de emergencia o el despliegue de mecanismos que le permiten al submarino emerger o enviar señales a la superficie, como bengalas y una radiobaliz­a satelital.

Las posibilida­des barajadas por especialis­tas van desde la emisión de gas tóxico por un problema en las baterías hasta una explosión en cadena de éstas. Otra posible hipótesis es que los problemas hayan llevado a la nave por debajo de los 300 metros de profundida­d máxima para la que está preparado su casco, desencaden­ando una implosión.

Otro elemento importante es la presencia o no de explosivos. El ARA San Juan está configurad­o para llevar torpedos y en 2016 se reportó la realizació­n de ejercicios con munición. Al ser consultado, el vocero de la Armada, Enrique Balbi, se excusó de comentar si en el momento de la desaparici­ón estaba equipado con torpedos. Los despachos de la Gacetilla Marinera y declaracio­nes posteriore­s insisten en que el submarino no se encontraba realizando ejercicios, pues éstos habían concluido antes de su partida desde Ushuaia con rumbo a Mar del Plata. El trágico caso del submarino ruso Kursk fue atribuido a un problema de sus torpedos.

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FOTOS: CEDOC PERFIL Y AFP ARA SAN JUAN. La Armada no lo confirmó, pero hay dudas sobre si llevaba armamento, causa de otros incidentes con submarinos.
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INFORMES. El jueves se confirmó que hubo una explosión el mismo día en que se perdió contacto.

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