Más dificultades en la Fuerza Aérea
El deterioro del material de combate argentino no se limita a la Armada, sino que se extiende también al resto de las fuerzas. Tal vez el ejemplo más acuciante sea el de la Fuerza Aérea, porque en el caso de las aeronaves el paso del tiempo implica un desgaste más grande de los materiales y elementos. También un desafío mayor desde el punto de vista de la seguridad. La Fuerza Aérea Argentina no tiene hoy un sólo avión capaz de quebrar la barrera del sonido, como es habitual con cualquier caza avanzado construido en las últimas décadas. En la cumbre del Mercosur, realizada el año pasado en Mendoza, se debieron desplegar los aviones Pampa (originalmente concebidos para el entrenamiento) equipados con metralletas de bajo calibre, equivalentes a las que utilizan en cualquier otro ejército soldados de a pie. Los aviones más modernos con los que cuenta son los A4-AR, un modelo de la década del 60 que fue reacondicionado en 1996, pero ya han llegado al límite de su vida útil. El desafío de proteger el año próximo una cumbre de jefes de Estado del G20 requerirá, como en el rescate del ARA San Juan, que lleguen unidades de combate desde otros países, más allá de la compra de los cinco Super Etendard a Francia. Este año también se compraron aviones de entrenamiento ( T6), pero para pagarlos, la Fuerza Aérea debió relegar el proceso de radarización que había iniciado.