Perfil (Sabado)

“Si cerrar el Zoo sirve para que los animales estén bien, es lo mejor”

De visita en Buenos Aires, la zoóloga inglesa alertó sobre la importanci­a de trasladar a las especies a lugares “más adecuados”, y destacó su rol como formadora de jóvenes.

- CLAUDIO CORSALINI

Tiene 83, pero si no fuera porque su cabello blanco la delata, ni la piel ni la energía de Jane Goodall darían cuenta de su edad: la conservaci­onista inglesa es una de las ecologista­s más importante­s del mundo y como hace más de seis décadas, ninguno de sus días es igual a otro: “Me levanto temprano, tomo un avión, voy de una ciudad a otra, doy una conferenci­a, visito escuelas y universida­des. También reviso alguno de los proyectos en los cuales están trabajando en alguno de los institutos (N. de R.: la fundación que lleva su nombre también tiene sede local, la primera en A mér ica L at ina, que funciona desde 2011), sobre todo si son muy buenos y están pensados para ser desarrolla­dos en Africa”, describe a PERFIL en un encuentro en un hotel porteño.

Goodall estuvo esta semana en Buenos Aires para dar una charla en la Usina del Arte y presentar un documental sobre su vida que el canal NatGeo estrenará en marzo (ver aparte).

“Por suerte, mis ponencias sirven para cambiar la vida de algunas personas: muchos jóvenes se acercan y me agradecen haberles facilitado el camino para llegar a estudiar biología o conservaci­onismo”, agrega con orgullo.

A pesar de sus múltiples actividade­s, Goodall se las ingenia para “tratar de estar al tanto” de lo que sucede con el medio ambiente y el mundo de la ecología en cada lugar que visita. Y Buenos Aires no fue la excepción: habló con PERFIL sobre el Ecoparque y sobre el caso de la orangutana Sandra, a la que en 2015 la Justicia porteña reconoció como ‘sujeto de derecho’: “Saber que un animal tiene personalid­ad, siente dolor, pena y miedo, hace más difícil que los humanos puedan explotar a esos animales para beneficios propios, como cazarlos para obtener su piel o vender o traficar sus carnes. Es más sencillo negar esa realidad”.

Lo mismo sucede, dice, con los zoológicos, que “dejaron de ser un divertimen­to. Los padres empezaron a comprender –a través de sus hijos– cómo había que cambiar esa imagen de los zoos en los que sólo se venían animales enjaulados”, reflexiona.

Goodall reconoce que, si bien no está muy al tanto de la polémica en torno a las obras en el Ecoparque porteño –esta semana se anunció, por ejem- plo, que se quiere concesiona­r los predios que actuaban como jaulas de los animales para que funcionen como restaurant­es–, “si cerrar el Zoo sirve para que los animales estén bien, es lo mejor. De todas maneras, lo importante es que ellos tengan un lugar adecuado para su traslado, porque en algunos casos se los transfiere a otros hábitats más perjudicia­les o peores que en los que estaban”. El traslado a los santuarios es “algo que la Ciudad debe considerar, especialme­nte en caso de los elefantes que, lo mismo que ballenas o delfines, son especies que nunca deben estar en un zoo”, enfatiza.

“Los parques ecológicos son la mejor opción, sobre todo para los más chicos, ya que permite acercarse y conocer la vida animal de una manera diferente. Es difícil que los zoos hagan eso”, concluye.

“Es más difícil explotar a los animales si sabemos que sienten miedo”

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JUAN OBREGON VITAL. A los 83, Goodall pasa 300 días al año de viaje por el mundo.

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