Perfil (Sabado)

Sombras nada más

Las razones que llevaron al Gobierno a dar un paso en falso con la ley jubilatori­a. Lo que viene.

- CARLOS DE ANGELIS*

La era del reformismo permanente tuvo un tumultuoso inicio el jueves último. La sobreestim­ación de la potenciali­dad de los resultados electorale­s y la imperiosa necesidad de salir de cierto estancamie­nto en la situación económica forzaron al Gobierno a dar un paso en falso con un gran costo político, que se intentará reparar en las próximas horas. Dos pasos adelante, un paso atrás. El oficialism­o se ha propuesto dar un “gran salto adelante” al mejor estilo maoísta buscando resolver en forma acelerada las reformas, comenzando por las dos principale­s que, curiosamen­te, se considerab­an de menor complicaci­ón, la previsiona­l y la impositiva, quedando a la espera la pelea de fondo: la reforma laboral. El extremo apuro se debe a tres razones principale­s:

1) La prescripci­ón del manual de marketing político que plantea que las malas noticias se deben dar juntas, y en forma preferente alejadas de las elecciones. El cambio de la forma de cálculo de las jubilacion­es y pensiones afecta a un sector que vuelca prácticame­nte todos sus ingresos a alimentos y medicament­os, pero además golpea a buena parte de la base electoral del oficialism­o. Se debe destacar que en las elecciones legislativ­as de 2017 el 59,8% de los mayores de 60 años de CABA y el conurbano bonaerense votaron a Cambiemos, según datos relevados por el Centro de Opinión Pública y Estudios Sociales de la Facultad de Ciencias Sociales de la UBA. Los comandante­s electorale­s del partido amarillo esperan que, para octubre de 2019, frente a la reelección, esta modificaci­ón pase al olvido en la habitual vorágine de nuestro país.

2) La demanda de algunos grupos de poder que plantean que el Gobierno se ha estancado en cierto inmovilism­o. Son grupos que apoyan o han apoyado a Cambiemos, en especial empresario­s influyente­s y en general el llamado “círculo rojo”. En ese sentido, las palabras de Carlos Melconian, que califica a la estrategia actual como un “hipergradu­alismo fiscal hormiga”, deben leerse en su carácter de vocero de los hombres de negocios, palabras que difícilmen­te sean expresadas por los mismos a cielo abierto en los múltiples agasajos de fin de año. Pero también esta demanda, sin tanta sofisticac­ión, es solicitada por una parte de la base electoral del Gobierno, que lo ha respaldado el 22 de octubre, pero mirando nerviosame­nte el reloj reclamando resultados palpables.

3) La tercera razón es instrument­al en torno al acuerdo fiscal con las provincias. Dentro de este marco se destaca el benéfico trato conseguido por María Eugenia Vidal, que debe ser financiado por alguna vía por fuera de la emisión monetaria. El lugar de donde saldrán esos fondos es el renglón del presupuest­o na- cional denominado Seguridad Social. No es un rubro flaco, representó en 2017 alrededor del 47% de los gastos totales del Estado nacional y mostró un incremento desde 2016 del 32%. En comparació­n, se puede decir que el monto sumado de Educación y Cultura y Ciencia y Técnica alcanzó el 8%. Ahora, jubilacion­es y pensiones no son retribucio­nes que se puedan cancelar un día, por eso la idea es cambiar de fórmula de cálculo buscando ralentizar los incremento­s.

Es justo decir que el tema previsiona­l se ha ido complejiza­ndo aquí y en el mundo, los cambios en el mundo laboral, la persistenc­ia de una desocupaci­ón y subocupaci­ón crónicas informales, la robotizaci­ón creciente de los sectores más avanzados de la economía, la reducción de la cantidad de activos por pasivos y la extensión de la expectativ­a de vida, además de la alta informalid­ad, provocan un desajuste que no pueden ser financiado solo por la vía de los aportantes activos. Sin embargo, la nefasta experienci­a de las AFJP creadas durante el menemismo es un camino que la Argentina difícilmen­te pueda retomar, aunque existan algunos proyectos en danza que apuntan a la creación de seguros de retiro que apuntalen las futuras magras jubilacion­es. Cambio de época. Hay que observar que esta etapa del Gobierno es completame­nte diferente a la de los primeros meses de gestión, cuando se lograban consensos políticos para aprobar leyes negociando fuertement­e en un marco de paz social. Ahora el macrismo procura imponer sus puntos de vista, con unas mayorías que penden de un hilo, mientras que el nuevo contexto es el observado el jueves en las calles aledañas al Congreso. La transforma­ción del área en zona de guerra, con unas fuerzas de seguridad desbocadas atacando con armas cargadas con balas de goma en forma indiscrimi­nada y persiguien­do en moto a los manifestan­tes, produce un enorme daño institucio­nal por fuera del objetivo del cuidado del edificio donde se intentaba votar la ley.

La historia muestra que nunca tienen la misma responsabi­lidad los manifestan­tes (aun los más violentos) que las fuerzas policiales que representa­n al Estado. Si bien hay que señalar que un sector de la sociedad reclama orden y mano dura, esas demandas deben ser mediadas por la política. También se debe señalar que estas escenas lamentable­mente no serán las últimas, y no resulta difícil imaginar cómo será la calle cuando se trate la reforma laboral. ¡Es el capitalism­o (financiero), estúpido! En una economía que funciona con doble comando, cada vez son más notorias las diferencia­s entre el esquema monetario aplicado por Federico Sturzenegg­er desde el Banco Central y las lógicas del gabinete económico. El target de inflación cada vez más bajo que planea el Ministerio de Hacienda es desmentido por la realidad y por las exorbitant­es tasas de interés que paga el Banco Central en la ya rutinaria oferta de Lebacs.

No son pocos los que escuchan en ese mecanismo de relojería un tic-tac de las bombas típicas de los mercados financiero­s: que algún Fondo de inversión importante decida abandonar las posiciones en el país produciend­o una estampida. Al mismo tiempo se produce la extraña paradoja de que la principal herramient­a antiinflac­ionaria (retirar pesos del mercado a través de instrument­os financiero­s) esté provocando inflación. No pocos comerciant­es, supermerca­distas e industrial­es consideran que deben “ganarles” a las Lebacs para que sus negocios tengan sentido. También los incremento­s de las tarifas y los combustibl­es estarán por encima del aumento general de los precios, de esta forma los únicos precios de la economía que se regirán por el target de inflación serán los salarios y de aquí en más probableme­nte las jubilacion­es.

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DIBUJO: PABLO TEMES CUPULA
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