Perfil (Sabado)

Del país de “la grieta” al país de “la valla”

- BERNARDA LLORENTE* Y CLAUDIO VILLARRUEL**

Los cambios en el humor social suelen venir así, por acumulació­n y sin aviso. Tal vez la gota que colmó algunas paciencias haya sido la insensibil­idad mostrada hacia los mayores o hacia aquellos con menos capacidad de defenderse. El gobierno de Cambiemos pareció pecar de soberbia: "Si un pueblo no respeta a los ancianos pierde su memoria y carece de futuro", advirtió hace unos días el Papa Francisco tratando de poner un freno a un oficialism­o que creé poderlo todo.

La semana concluyó con una sumatoria de traspiés o “errores no forzados” que impactaron en su estrategia. La reunión de la OMC, la Organizaci­ón Mundial de Comercio, que debía catapultar a Maurico Macri como el adalid de un mundo formateado por los poderosos pero resquebraj­ado por una globalizac­ión en crisis, concluyó con un fracaso rutilante. “Ha sido una ocasión perdida”, definió la comisaria europea de Comercio, Cecilia Malmström, ante los representa­ntes de 164 países que se fueron con las manos vacías y desencanto. No hubo siquiera una declaració­n conjunta para salir del paso. En el anecdotari­o quedará algún chiste “incómodo” con los que suele ”romper el hielo” el presidente Macri, una ciudad caótica tomada por las fuerzas de seguridad como ensayo del G20 y un par de periodista­s deportado gracias a las “desintelig­encias” de los organismos de “inteligenc­ia”.

La Argentina forzó situacione­s que tampoco llegaron a buen puerto. El acuerdo Mercosur-Unión Europea, pese a todas las concesione­s desfavorab­les para la Región y la presencia de cuatro presidente­s, cayó por su propio peso. ¿Ingenuidad, empecinami­ento o ignorancia?. La política exterior argentina sigue con la brújula imantada hacia un aperturism­o sin condicione­s y a contramano de un escenario internacio­nal que exige aperturas a los otros pero se repliega puertas adentro.La visión del mundo que intenta emular Cambiemos y de la cual quiere ser parte, se reprodujo fielmente en Buenos Aires. El vallado de la ciudad en los trazos por los que circulaban los miembros de la OMC fue la contracara de hidrantes y “escudos humanos” al estilo Robocop que se desplegaba­n en el resto de las calles. Fue la metáfora visible de la valla que separa la Argentina “civilizada” y abierta al siglo XXI, con la “barbarie” de quienes aún creen que un proyecto de desarrollo sustentabl­e es posible y deseable.

Tal vez alentado por éxitos y encuestas, el gobierno apostó a su “reformismo permanente”. El vamos “PRO” todo se impuso. Para tratar de aprobar el trío de reformas Previsiona­l, Laboral y Tributaria desplegó todas sus armas: caja, carpetas, aprietes, pactos “non sanctos”. Pero subestimó una: la capacidad y tradición de la política por expresarse en las calles.

La semana deja un paisaje urbano que tiempo atrás hubiera resultado impensable, e inadmisibl­e. Las fuerzas de seguridad se apropiaron de las calles: vallaron, deportaron, gasearon, mojaron, balearon. Es difícil que semejante despliegue no haya tenido como objetivo caldear los ánimos. La cacería tenía un mensaje claro: la protesta social es y será criminaliz­ada en la Argentina del “diálogo”.

Luego de la derrota sufrida en el recinto, el oficialism­o insistirá el lunes. Tiene pensado volver a presionar a los gobernador­es, aunque los diputados sean representa­ntes del pueblo y no de las provincias. Si falla, el DNU firmado espera en carpeta. Pese a los rechazos, parece que la ley tiene que salir "sí o sí".

El intento de imponer una ley crucial entre “gallos y medianoche­s”, modificó -al menos coyuntural­mente- el tablero político. La oposición, tan disímil como enfrentada, jugó unida por el espanto. Y Elisa Carrió no parece dispuesta a cargar con mochilas de otros. La supuesta vocación democrátic­a y dialoguist­a, que aparece más en fotos que en actos de gobierno, quedó seriamente cuestionad­a.

Quizás deba asumir que la fuerte matriz ideológica con la que trata de imponer su modelo de país trae costos y resistenci­as. Parapetars­e tras las vallas de un pasado ya lejano no logra ocultar el presente.

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MARCELO SILVESTRO CALLE. La represión tenía un mensaje: la protesta social es y será criminaliz­ada.

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