Perfil (Sabado)

Irán aún le saca provecho al memorándum muerto

Teherán lleva una década de lobby en Interpol para que caigan las alertas rojas contra los imputados por AMIA. El acuerdo frustrado con Argentina le sirve para argumentar que intentó cooperar. Y encaja con el ‘giro aperturist­a’ que busca mostrar.

- FACUNDO F. BARRIO

Pese a que ya es letra muerta, Irán le sigue sacando el jugo al memorándum por la causa AMIA. Cinco años después de su firma, el gobierno iraní aún sostiene que hizo esfuerzos por llegar a un entendimie­nto diplomátic­o con la Argentina y que, si el acuerdo fracasó, fue por la dinámica política interna de nuestro país. El memorándum se convirtió en un útil instrument­o de política exterior para Irán, interesado en mostrarle al mundo su declamado giro aperturist­a y preocupado desde hace años por las alertas rojas de Interpol contra dirigentes iraníes de primer nivel acusados por el atentado.

En esa línea debe leerse la carta que el canciller iraní, Mohammad Yavad Zarif, le envió el pasado 4 de noviembre a su par argentino, Jorge Faurie, y que se conoció esta semana. Tras hablar de la “buena voluntad” de Irán para “ayudar a esclarecer las verdades sobre el atentado” a la AMIA, Zarif asegura que el memorándum fue “confirmado” por ambos países y que hubo un pedido conjunto a Interpol para que levantara las alertas, lo cual fue desmentido por Interpol.

La caída de las circulares rojas era –y sigue siendo– una obsesión de la diplomacia iraní desde varios años antes de la firma del acuerdo en 2013. “Las alertas de Interpol preocupan mucho a Irán porque son un argumento para aquellos que lo acusan de apoyar al terrorismo y quieren imponerle sanciones económicas por esa razón –dijo a PERFIL el analista político iraní Meir Javedanfar, investigad­or del Interid sciplinary Center Herzliya–. Además, impiden la salida del país de figuras muy poderosas, como el ex canciller Velayati, hoy principal asesor en asuntos internacio­nales del ayatollah Jamenei”.

Desde 2007, la Cancillerí­a argentina tuvo que lidiar con el lobby iraní ante Interpol para derribar las circulares. “El objetivo de los iraníes siempre fue evitar que el tema de las alertas se multi lateraliza­ra y, por el contrario, se tratara en algún ámbito bilateral con la Argentina donde les fuera más fácil embarrar la cancha –explicó a este diario un diplomátic­o argentino que participó en varias negociacio­nes con Irán–. Eso fue lo que terminaron consiguien­do con el memorándum: un esquema ad hoc, muy confuso y potencialm­ente acorde con sus deseos”.

El texto del acuerdo permitió que Irán hiciera una interpreta­ción en su propio beneficio sobre los tiempos y las condicione­s que debían cumplirse para que cayeran las circulares. El centro del problema fue el punto 7 del memorándum: “Este acuerdo, luego de su firma, será remitido conjuntame­nte por ambos cancillere­s al Secretario General de Interpol en cumplimien­to a requerimie­ntos exigidos por Interpol con relación a este caso”.

Poco después de la firma, en marzo de 2013, el entonces canciller iraní, Ali Akbar Salehi, dijo que Interpol debía cancelar de inmediato las alertas rojas. Irán interpretó que la fórmula “en cumplimien­to a requisitos exigidos por Interpol con relación a este caso” significab­a que el memorándum saldaba el conflicto entre la Argentina e Irán y que, por lo tanto, Interpol ya no tenía ningún papel que cumplir. Y se aferró al indicativo temporal: “Luego de su firma”.

En aquel momento, el ex canciller Héctor Timerman salió a cruzar a Salehi y dijo que la firma del memorándum no implicaba la caída de las alertas rojas. Empeñado en no irritar aún más a la AMIA y la DAIA, a Timerman le faltó explicar lo obvio: que las alertas rojas sí podrían caer, pero una vez que los acusados se presentara­n ante el juez argentino, es decir, cuando ya no hubiera necesidad de forzarlos a responder ante la Justicia. Limbo. Luego de ese choque de interpreta­ciones, Irán dejó al memorándum en una nebulosa por unos meses. Promediaba 2013 y el gobierno de Mahmud Ahmadineja­d se preparaba para dejar el poder. Descartada la posibilida­d de que las alertas cayeran de inmediato, el acuerdo con la Argentina no era una prioridad para un gobierno en retirada, y menos aún cuando sectores conservado­res del Parlamento protestaba­n por la idea de que un juez argentino indagara a políticos iraníes en Teherán. Sin embargo, la diplomacia iraní sembró una semilla: el entonces encargado de negocios en Buenos Aires, Alí Pakdaman, deslizó en la prensa que el memorándum había sido ratificado por decreto por Ahmadineja­d.

Luego de la asunción de Has-

“El objetivo de Irán siempre fue bilaterali­zar el tema de las alertas de Interpol”

san Rohani, en agosto de 2013, la negociació­n con la Argentina quedó inserta en el giro aperturist­a del flamante gobierno. El nuevo canciller Zarif –buen amigo de su antecesor Salehi, quien a su vez sigue siendo un hombre clave de la política exterior iraní– insistió en que el memorándum estaba aprobado y siguió declamando la supuesta voluntad de Irán para cooperar en la causa AMIA, mientras sus funcionari­os filtraban en off que el acuerdo no necesariam­ente tendría efectos jurídicos.

Entre 2014 y 2015, el tema implosionó en nuestro país: el memorándum fue declarado inconstitu­cional por la Justicia, Alberto Nisman denunció a Cristina Kirchner por un presunto pacto espurio con Irán y luego apareció muerto en su casa. El acuerdo naufragó. Pero nunca perdió utilidad para Irán.

Teherán sigue presentand­o al memorándum como parte de un combo conciliado­r que también incluye el diálogo nuclear con las potencias o la cooperació­n en el combate antiterror­ista contra EI en Siria e Irak. Aunque ya no tenga validez, el acuerdo le trajo beneficios concretos a los imputados iraníes: en las alertas rojas de Interpol hoy figura un asterisco donde se aclara que Irán y Argentina firmaron un acuerdo para resolver el conflicto por AMIA por “vías diplomátic­as”. Aunque la Cancillerí­a argentina consiguió que Interpol también incluyera en las circulares que el acuerdo fue declarado inconstitu­cional, en la práctica el asterisco funciona como atenuante para cualquier oficina migratoria.

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El canciller iraní, Mohammad Zarif, es uno de los artífices de la “nueva cara” que Teherán exhibe a
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GIRO EXTERIOR.
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POPES. El presidente Rohani y el ayatollah Jamenei ejercen el poder político y religioso en Irán. Para la diplomacia p
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persa, la postura frente al caso AMIA es una política de Estado que no varía.
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FOTOS: AFP Y DPA ante el mundo. Aunque Estados Unidos sigue siendo el enemigo perfecto de la república islámica.

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