NESS, PERO EN VERSION VERMONT
Muy cerca de la frontera con Canadá, Burlington, sede de la Universidad de Vermont, encarna desde hace tiempo al progresismo terrenal y la independencia que define al espíritu del estado. Con poco más de 42 mil residentes, es la mayor ciudad de Vermont, en Estados Unidos, y cobra vida en el verano cuando las aguas color aguamarina del lago Champlain se descongelan y el Waterfront Park –construido sobre terrenos industriales recuperados en los 80 durante el mandato del senador Bernie Sanders como alcalde de la ciudad– rebosa de familias y estudiantes. Esquifes y kayaks salpican la vítrea superficie del agua mientras corredores y ciclistas llenan los caminos de la costa. Por allí uno puede pasear desde el bonito centro hasta el floreciente escenario artístico en el South End y encontrar abundantes oportunidades recreativas y, como la ciudad puede recorrerse a pie, las calorías se perderán tan rápidamente como se incorporen.
Día 1. Bici y cerveza
Corriendo o rodando se pueden aunar dos pilares de la vida de Burlington: la cerveza artesanal y el ciclismo. Cervecerías provincianas como Alchemist y Hill Farmstead producen algunas de las cervezas más aclamadas del mundo, pero no es necesario salir de Burlington para encontrar fabricantes de primera. Alquile una bicicleta en Local Motion, una organización sin fines de lucro que “promueve el transporte y la recreación alimentados con energía humana” (US$ 32 el día) y diríjase hacia el sur siguiendo el lago hasta Switchback
Con una superficie que duplica al Nahuel Huapi, Vermont tiene su propio lago, Champlain, y un monstruo que inspiró documentales científicos, leyendas y rutas turísticas por explorar.
Diríjase hacia el s Brewing Company, unsur siguiendo el lago hasta Switchback no de los pioneros de la cerveza artesanal