Perfil (Sabado)

Utilizan el arte como herramient­a para combatir el bullying

La ONG Scholas Ocurrentes organizó en Madrid un encuentro en el que jóvenes de 23 escuelas compartier­on experienci­as y

- CLAUDIO CORSALINI

En cuarto grado, a Nico empezaron a llamarlo “rarito”. Tartamudea­ba, lo molestaban en el recreo, y sentía que –aunque tenía amigos–, nadie lo defendía ni hacía nada. A los 12, llegó una golpiza. En tercer año de la secundaria, un día, durante el almuerzo, no aguantó más: “Exploté”, dice. Y hasta ese momento, para sus padres y sus maestros se trataba de “un juego de niños en las escuelas”. Hoy, Nico ya tiene 18 años, le encantan la plástica, la fotografía y el teatro. Se cambió a un bachillera­to con orientació­n artística. El arte, dice, lo “salvó”.

Anita tiene 19, pero desde los 9 hasta los 16 estuvo “sola todo el tiempo”: “Me echaban de los grupos. Yo era amable, pero no había forma de integrarme. En casa no contaba nada, me aislaba. Llegué a pensar que así era la vida, que el problema era yo. Y en algún momento, también, en suicidarme”. Hoy estudia Diseño Gráfico y vive con sus abuelos, pero trabaja para que a otros chicos se les haga más fácil el camino que a ella le tocó vivir.

Ambas historias podrían suceder en cualquier lugar, pero son las de dos jóvenes españoles, que viven en Vallecas, un barrio obrero de Madrid con un entorno “difícil”, que participar­on de un congreso organizado por la ONG Scholas Ocurrentes para usar herramient­as, como el arte, para erradicar el bullying en las escuelas.

Invitado por esa organizaci­ón, PERFIL compartió en esa ciudad el trabajo de más de 300 estudiante­s de 23 escuelas, religiosas y laicas, en el que presentaro­n propuestas ante las autoridade­s de esa ciudad para lograr modificar, a través de la educación, la realidad de esta problemáti­ca. “Los jóvenes están cambiando el mundo”, resume José María del Corral, director de esa organizaci­ón global con el visto bueno del papa Francisco. “Cuando empezamos a trabajar (con Jorge Bergoglio) hace veinte años, en Flores, había un rechazo de la escuela pública hacia los chicos que venían de las villas, pero hoy todo cambió: los chicos no se dejan manipular políticame­nte. Tienen claro que la educación hay que cambiarla desde adentro, de raíz, porque la tradiciona­l no tiene que ver con ellos. Eso nos dicen en todas las ciudades donde armamos proyectos como este”, cuenta.

Para Anita y Nico, encontrars­e y debatir posibles soluciones entre ellos fue el camino que les permitió superar sus propias dificultad­es. “Con los años de sufrir bullying, aprendí que hay que elegir con quién te integras. Llegué a ser muy observador­a de la gente, y elijo sentirme bien. El acoso escolar es lo peor, pero me ayudó a sacar otras cualidades en mí, y aprender a relacionar­me con la gente”, resume Anita.

“Yo lo superé pero no me olvido. Hay que combatir el bullying, pero siempre hablando. Tanto con la víctima como con quien lo ejerce, porque seguro esa persona tiene algún problema: en su casa, en su vida, por eso se desahoga atacando a otro”, agrega Nico. “La violencia nunca es la solución”.

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FOTOS: MARCELO ABALLAY EN ACCION. Juntos, pintaron murales. “Los chicos no se dejan manipular fácilmente”, dice Del Corral.
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ELLOS. Nico y Anita rodean a José María del Corral, de Scholas.

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