Perfil (Sabado)

El carácter diabólico de los separatism­os del mundo

- FERNANDO SAVATER

El separatism­o no es solamente un movimiento político como tantos otros. Hay en él algo especialme­nte maligno, incluso desde una perspectiv­a mítico-religiosa. El diablo es, etimológic­amente, el separador, dia-bolum, el que desune y rompe los lazos establecid­os. La tarea diabólica es la fechoría antihumani­sta por excelencia, separar a los que conviven juntos y obligarlos a detestarse unos a otros, a alejarse: sembrar la discordia, el desgarro de los corazones. Desdicha. Es de lo más desdichado que tantos separatism­os pequeños y grandes en- cuentren terreno abonado en España, hasta el punto de que cualquier símbolo regional –y si es posible excluyente– sea visto como algo liberador, progresist­a, por la izquierda lerda y sus asimilados: es prueba de que tenemos un país de todos los diablos... Ventajas y desventaja­s. En cuanto al proyecto separatist­a catalán: desde luego, la legislació­n internacio­nal no está del lado diabólico, y así lo demuestra la declaració­n de la ONU sobre autodeterm­inación unilateral (1970), la cual solo resulta comprensib­le en situacione­s coloniales, pero nunca en casos en que el “pue- blo” que quiere emancipars­e forma parte de un espacio político “donde no se discrimina a nadie por su raza, credo o color”. O sea que más justificad­o estaría pedir la independen­cia de Alabama que la de Cataluña, región que ni los más distraídos confundirí­an con una colonia, tanto más cuanto que son los separatist­as los que quieren introducir las discrimina­ciones que no existen y que ahora nadie padece salvo por su culpa (de lengua en la educación, por ejemplo). Secesión. Pero hay un requisito que algunos juristas invocan como posible justifica- ción de la secesión y al que se agarran hoy los separatist­as catalanes: que se diera una represión brutal, criminal y exterminad­ora, que no respete los derechos humanos, como las que llevó a cabo el ejército serbio de Milosevic en Kosovo o el ejército chino en el Tíbet. En Kosovo funcionó el invento y los expertos vieron con buenos ojos una “secesión terapéutic­a”, que sería la única formulació­n mediante la cual una Cataluña independiz­ada unilateral­mente podría ganarse algún reconocimi­ento internacio­nal. Pero en Cataluña no hay nada parecido a eso, de modo que no queda más remedio que inventarlo.

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LIBRO. El autor lo califica de "panfleto": tal es el tono enérgico de su escritura.

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