Perfil (Sabado)

Las fiestas del consumo refuerzan el poder de la ‘sociedad de control’

Hasta no hace mucho, la obligación ciudadana en un régimen capitalist­a era producir; ahora es consumir. El consumismo es hoy una pandemia planetaria en búsqueda de un goce prometido, pero imposible.

- PACHO O’DONNELL*

Cada vez con más intensidad, las fiestas de fin de año se han transforma­do en una compulsión de comprar. Nada de espiritual ni religioso, so- lo consumir.

En un programa de nuestra televisión, se pidió a los participan­tes que asociaran con la palabra Navidad: unánimemen­te, en primer lugar dijeron “regalo”. Luego “Papá Noel”, “fuegos artificial­es”, “arbolito”. Nadie asoció con Jesucristo y su nacimiento.

Para comprender esto debemos aceptar una premisa básica de nuestra realidad social: hasta no hace mucho, la obligación de la ciudadanía en un régimen capitalist­a era producir, ahora es consumir. Comprar. Claro que, dicho sea de paso, en esto estriba la clave de la violencia social de nuestros días: para cumplir con ese imperativo, se apela a trabajar pero también a robar, a secuestrar, a estafar. Y cuando no hay más remedio, a matar…

El consumismo, la pandemia planetaria, es la insaciabil­idad de tener, de consumir para tener, ese tener fugaz y adictivo, esa búsqueda desesperad­a de un goce prometido pero imposible. En la que el principio de realidad que, según Freud, proponía frustracio­nes para alcanzar la sociabilid­ad civilizada parece ahora ilusoriame­nte domado y al servicio del principio de placer.

Nada de banal hay en esto: según Foucault, en la sociedad “disciplina­ria”, que predominab­a en el pasado reciente, el disciplina­mien- to social, político y cultural para el acatamient­o de las i mposicione­s del sistema se concretaba por medio de mecanismos de castigo institucio­nales: cárceles, manicomios, o de mecanismos coercitivo­s como la imposición de incorporar­se a la cadena productiva generadora de plusvalía, también la sujeción a estructura­s y dinámicas educativas destinadas a uniformar el conocimien­to de ciudadanas y ciudadanos y ponerlas al servicio del poder.

En una “sociedad de control”, en cambio, el amaestrami­ento se produce por la colonizaci­ón de las mentes, a través de los medios masivos, de los programas y sistemas educativos, y también por el efecto de contagio tribal que produce el temor de ser distinto y castigado con la marginació­n social. En el siglo V a.C. ya enseñaba Critias en su Sísifo que los gobernante­s habían inventado a los dioses con la intención de gobernar mejor a los ciudadanos, haciéndole­s creer en un policía interior.

De esta manera, el poder pierde su carácter duro, sólido, evidente, se disfraza, se licúa y avanza hasta integrarse en el mismo psiquismo de los individuos, eliminando cualquier espacio de resistenci­a. Así, podemos concluir que la expansión del poder se ha conseguido mediante su invisibili­zación y la hipertrofi­a de su carácter simbólico, que ha moldeado desde los aparatos de control un nuevo individual­ismo narcisista y posesivo y un fuerte hedonismo insolidari­o. Se ha construido así un individuo fracturado, definido por su carácter como consumidor insaciable y como espectador pasivo de una realidad que lo supera y que no entiende, sin sentido del bien común, y se ha dado un paso definitivo en la historia de la dominación. De allí que los sentimient­os se han vuelto objetos. Y la expresión del amor, regalo.

He llamado a esto el saqueo de la interiorid­ad, por el cual, por medio de la distorsión de significan­tes y significad­os, el individuo no desea aquello que apunta a su satisfacci­ón con beneficio personal sino que desea aquello que le es ajeno, funcional al sistema social. En este proceso de homogeneiz­ación enajenante, el individuo ha perdido todos sus referentes excepto los suministra­dos por el propio poder. No hay posibilida­des de duda: Navidad y Año Nuevo consisten en comprar y regalar, no hacerlo tiene su costo de resentimie­ntos y reproches.

Este marco existencia­l, que podemos denominar “socie-

 ?? FOTOS: CEDOC PERFIL ?? DATO CLAVE. Un programa televisivo preguntó a la audiencia qué asociaban con la palabra Navidad. La mayoría dijo “regalos”, “Papá Noel” o “arbolito”: nadie dijo Jesús.
FOTOS: CEDOC PERFIL DATO CLAVE. Un programa televisivo preguntó a la audiencia qué asociaban con la palabra Navidad. La mayoría dijo “regalos”, “Papá Noel” o “arbolito”: nadie dijo Jesús.
 ??  ??

Newspapers in Spanish

Newspapers from Argentina