Como ‘Stranger Things’, pero con mucha inteligencia
DARK Creadores: Baran Bo Odar y Jantje Friese Dirección: Baran Bo Odar Guión: Jantje Friese, Baran Bo Odar, Martin Behnke, Ronny Schalk y Marc O. Seng Elenco: Oliver Masucci, Karoline Eichhorn, Jördis Triebel, Louis Hoffmann, Maja Schöne, Stephan Kampwirth, Brad Painter, y otros Origen: Alemania (2017) Episodios: 10 Disponible en Netflix
Cuenta la leyenda que poco antes de morir el alemán Sigmund Freud temía que en Estados Unidos se importara el psicoanálisis que había desarrollado, porque sospechaba que por su forma de razonar le iban a quitar complejidad –el resultado de esa leyenda, claro, es el conductismo–. En más de un sentido, la serie Dark pareciera ser el itinerario exactamente inverso a la leyenda de Freud: tomar una ficción norteamericana y adaptarla a la idiosincrasia alemana, dotándola de toda la complejidad que el original era incapaz de poseer.
Resulta innegable que la serie alemana posee numerosos puntos de contacto con la muy inflada Stranger Things. Hay un grupo de adolescentes como centro de los protagónicos, hay gran peso estético de la década del 80, hay una localización en un pequeño poblado, hay una utilización del enigma o lo no explicado como motor de la trama, y ambas comparten el cartel de “Original de Netflix” –aunque en verdad Dark es una producción de Wiedemann & Berg Television que el gigante del streaming compró terminada para distribuir en su plataforma–. Resulta innegable, también, que allí se terminan los lazos de contacto.
Con el gran esfuerzo que implica contar de qué va la serie sin develar spoilers que arruinen el disfrutarla, Dark narra lo que ocurre en el pueblo de Winden, donde hay una planta nuclear de la que viven casi todos los habitantes, y donde un niño desapareció. El caso se relaciona con otro ocurrido tres décadas antes, y en ese universo tan pequeño como cerrado se reabren heridas que nunca habían terminado de cicatrizar.
Pero, en este caso, suponer que la serie es la trama resultaría tan incompleto como injusto. Dark –como en el mejor momento de Lost– es también la forma en que se cuenta, el modo en que se entrelazan las historias. Y Dark es, también, un espacio donde los personajes se permiten pensar, enloquecer y hasta citar a filósofos alemanes y franceses con pertinencia para permitirle al espectador meditar acerca de qué es el tiempo, el destino y el sentido de la vida.
Con un ritmo sereno pero que no descansa jamás, la ficción esquiva casi todos los lugares comunes a los que nos acostumbraron las series norteamericanas –con honrosas excepciones–. Los personajes pueden hacer cosas inmorales –incestos, infidelidades–, pero no son juzgados sino mostrados, casi podría decirse diseccionados como insectos.
Porque en Dark importa pensar. Y eso es tan infrecuente como genial.