Perfil (Sabado)

Brasil: se desvela el oficialism­o por un candidato ‘potable’

Michel Temer dijo ayer que no buscará la reelección. Pese a su pésima imagen, la coalición de gobierno barajaba su nombre ante el vacío de figuras atractivas de centrodere­cha. El riesgo es no entrar al ballottage.

- FACUNDO F. BARRIO

Al ex presidente José Sarney se le atribuye la máxima política de que cualquier gobierno en Brasil, por más impopular que sea, puede garantizar un piso de votos cercano al 20% si se presenta a elecciones con un candidato propio. Tal vez bajo esa convicción, una parte de la coalición oficialist­a brasileña creyó que Michel Temer, el mandatario con peor imagen en la historia reciente del país, era una opción viable para los comicios presidenci­ales de octubre. Pero, tras una semana de especulaci­ones de todo tipo, el propio Temer declaró ayer que no tiene intencione­s de competir.

En todo caso, el hecho de que se barajara una eventual candidatur­a de Temer, cuya aprobación popular se mantiene en un dígito, habla del vacío de figuras electoralm­ente atractivas que, al menos por el momento, padece la centrodere­cha brasileña. Tampoco el outsider y conductor televisivo Luciano Huck, esa especie de “Tinelli brasileño” con el que unos cuantos se habían entusiasma­do, quiso agarrar el fierro caliente y la semana pasada desistió de ser candidato.

En los últimos días, varias figuras cercanas a Temer, entre ellas su jefe de gabinete y su principal asesor de imagen, habían salido a instalar la idea de que el presidente podría buscar su reelección. Esa operación tomó fuerza luego de que el gobierno ordenara la intervenci­ón federal y la militariza­ción de la seguridad pública en Río de Janeiro.

La medida fue percibida por la clase política como una jugada del presidente para hacer de la crisis una oportunida­d. La receta de la “mano dura” en Río es una señal hacia amplios sectores de la población preocupado­s por la violencia urbana. Y, al mismo tiempo, un modo de desviar el foco de atención sobre el proyecto de reforma jubilatori­a, que el gobierno tuvo que postergar porque no reunió suficiente­s votos en el Parlamento.

El marqueteir­o de Temer, Elsinho Mouco, había llegado a decir esta semana que el mandatario “ya es candidato” y que “jugó todas sus fichas” con la intervenci­ón de Río. Ayer, Temer en persona desautoriz­ó a Mouco y aseguró en una entrevista radial que la medida es una “jugada maestra” pero “no tiene nada de electoral”. Consultado sobre los rumores sobre su postulació­n, respondió que “en política, las circunstan­cias dictan la conducta”, y luego agregó: “No soy ni seré candidato”.

Más allá de que Temer cumpla o no con su palabra, los movimiento­s de la última semana exhiben la ansiedad del oficialism­o por entrar de una vez en la carrera electoral. En opinión del analista político brasileño Rafael Cortez, director de la consultora Tendências, “el giro en la agenda gubernamen­tal revela una ambición del núcleo pa-

laciego de crear un proyecto electoral para el gobierno: las ausencias probables de Lula da Silva y Huck mantienen el mercado electoral abierto, generando incentivos para nuevos candidatos”.

Incentivos hay; lo que falta son candidatos “potables”, es decir, que midan bien. “La crisis brasileña tiene como factor desestabil­izador de la política el hecho de que, por el momento, no existe una candidatur­a de centrodere­cha con chances de llegar al ballottage, aun con Lula vetado judicialme­nte –señaló a PERFIL José Paulo Bandeira da Silveira, profesor de Ciencia Política de la Universida­d Federal de Río de Janeiro–. En ese contexto, Temer es un pescador de aguas turbias. Si no compite él mismo, buscará perfilarse como ‘gran elector’ de un candidato oficial para octubre”.

Así las cosas, a la coalición oficialist­a no le quedan muchas opciones a mano. “Luego del Lava Jato, la imagen de los políticos está muy desgastada –dijo a este diario Glauco Peres da Silva, profesor de Ciencia Política de la Universida­d de San Pablo–. Cualquier nombre asociado a la política tradiciona­l sufrirá resistenci­as de los votantes, mientras que los productos electorale­s ‘novedosos’ hoy son más atractivos que en otras épocas”.

Uno de los nombres que aparecen en danza es el de Henrique Meirelles, actual ministro de Finanzas y artífice del plan económico del gobierno, quien esta semana salió públicamen­te a anotarse en la carrera presidenci­al. Liberal, moderado y autodenomi­nado “reformista”, Meirelles es uno de los cuadros técnicos más calificado­s del país y un hombre del paladar de los mercados financiero­s. Pero su escaso carisma y su bajo grado de conocimien­to entre los votantes le restan mucho en vistas de una campaña que se anuncia virulenta. Tal vez por eso Meirelles hizo consultas recientes con el marqueteir­o Duda Mendonça, gurú publicitar­io del primer Lula.

Por su lado, el Partido de la Social Democracia Brasileña (PSDB), uno de los pilares de la coalición oficial, proyecta como su precandida­to natural a Geraldo Alckmin, gobernador del estado de San Pablo. Al igual que Meirelles, Alckmin aún no consigue despegar en las encuestas, aunque su candidatur­a gozaría del apoyo de una estructura nacional y millonaria como la del PSDB. Llegado el caso, A lckmin aspiraría a repetir la experienci­a de Aécio Neves (PSDB), quien en la campaña de 2014 empezó muy lejos de la pelea y terminó perdiendo por apenas tres puntos contra Dilma Rousseff en la segunda vuelta.

Cualquiera sea el candidato de centrodere­cha, el riesgo mayor para el oficialism­o es quedar fuera del ballottage en octubre y que la elección se defina, por ejemplo, entre el ultraderec­hista Jair Bolsonaro y la ex petista Marina Silva, a quienes difícilmen­te se podría identifica­r como herederos del legado del actual gobierno. Para evitarlo, será crucial acordar una candidatur­a única. Y convenient­e que José Sarney tenga razón.

“Las ausencias de Lula y Luciano Huck mantienen el mercado electoral abierto.”

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AGOTADO. El rechazo popular a Temer dificulta su candidatur­a, y suenan dirigentes como Henrique Meirelles, ministro de Finanzas.
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FOTOS: AFP, AP Y DPA
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Fuente: Datafolha (31/01/2018). Infografía: A.I.

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