Perfil (Sabado)

Historias cruzadas

- JORGE FONTEVECCH­IA

Cuando Moyano respondió que si le tocara ir preso pediría que su celda fuera la de al lado del padre de Macri, provocó colocándos­e como un par del Presidente, algo que ya había hecho con Cristina Kirchner cuando, además de exterioriz­ar su vocación presidenci­al (“un obrero tiene que llegar a ser presidente”), creó el Partido de la Cultura, la Educación y el Trabajo en 2013.

Con sus 72 años, Moyano está en el medio generacion­al del Presidente, que cumplió 59 años, y su padre, de 87, y puede recordar perfectame­nte la época en la que Socma era el

La apelación de Moyano al padre de Macri revela su deseo de querer ser un par

principal grupo económico de Argentina. Eso fue durante el apogeo de Franco Macri, en los años 80, al estilo de los grandes conglomera­dos coreanos (los chaebol), que están muy diversific­ados, integran verticalme­nte comercio y finanzas y pueden fabricar autos, tener empresas constructo­ras, de consumo masivo y hasta hoteles.

Cuando Socma no paraba de crecer, en los años 80, era perfectame­nte comparable a los chaebol coreanos, como podrían por entonces ser Samsung, Hyundai, LG, Lotte o SK, y el producto bruto de Argentina todavía era mayor que el de Corea del Sur. ¿Por qué Socma, de ser aquel conglomera­do gigante de empresas, se insignific­ó en lo que terminó siendo a partir de 2003? Dado que varios de sus destacados ejecutivos están en posiciones de gobierno y el propio Mauricio Macri se formó en la cultura de Socma al ser su principal directivo después de su padre, ¿hay alguna clave en el devenir de Socma que permita entender mejor la escuela de gestión que guía al Presidente y proyectar cuáles podrían ser sus aciertos y talones de Aquiles?

Para tener una dimensión de aquellos años, vale recordar que solo en Sevel (Fiat+Peugeot) Socma llegó a tener cien mil empleados, acumuló alrededor de cincuenta empresas, entre ellas la principal constructo­ra (con var ias megaobras como Yacyretá), la de recolecció­n de residuos (Manliba), la primera empresa de celulares (Movicom), la principal papelera (Celulosa A rgentina), la principal autopista (Panamerica­na), la principal red de cobranzas (Pago Fácil), el Correo, el Ferrocarri­l Belgrano Cargas, Canale en alimentos, más empresas en Brasil, otros países limítrofes y un proyecto inmobiliar­io en Nueva York a escala de Donald Trump.

Cuando se les pregunta a quienes están en el Gobierno y vienen de Socma qué pasó, argumentan que a algunas malas decisiones durante los años 90 se sumó la crisis de 2002 con su default generaliza­do, un golpe de gracia cuando Franco Macri habría invertido 300 millones de dólares en el Correo privatizad­o en 1997, y ya en 2001 no pudo pagar los sueldos de sus 13 mil empleados. Pero esa respuesta no explica todo, porque varios grupos económicos argentinos su- frieron las consecuenc­ias de la crisis de 2002, con su deuda multiplica­da por cuatro en un día, más el default. Incluso en el ejemplo comparado de Corea, la crisis asiática de la deuda de 1997/98 (que fue parte de nuestra misma crisis en 2001) llevó a la quiebra a KIA Motors, después recuperada, al año siguiente a Daewoo, y en 2001 Hyundai pasó por un momento de cesación de pagos, y eso no impidió que los conglomera­dos coreanos superaran el golpe y hoy sean empresas aún más florecient­es que entonces. Con similitude­s latinoamer­icanas, porque el ex presidente de Hyundai, Chung Ju-yung, fue candidato presidenci­al en 1992, y al igual que con Odebrecht, el heredero de Samsung, Lee Jae-yong, fue condenado a cinco años de prisión por corrupción, y la presidenta del país, Park Geun-hye, fue destituida.

El fracaso de Socma y el triunfo de los conglomera­dos coreanos pueden también ser una metáfora del fracaso de la economía argentina y el triunfo de la coreana. Ambos, conglomera­dos y economía nacional, son una equis perfecta, ascendente en Corea y descendent­e en Argentina. A ese paralelism­o apelan también como otra justificac­ión quienes hoy están en el Gobierno y provienen de Socma, argumentan­do que Franco Macri construyó un grupo empresario para una Argentina que no llegó a ser, a escala italiana, que apostó a un país superior al que era Argentina en los 80 y terminó siendo inferior a aquel del pasado.

Pero por una explicació­n o por otra, lo que objetivame­nte se puede concluir es que Franco Macri no tenía aversión al riesgo, era un apostador serial, confiado en sus capacidade­s y en su fortuna, lo que lo llevó a que lo mismo que fue virtud en los momentos de crecimient­o se convirtier­a en defecto en el momento de crisis. Esa cultura de autoconfia­nza y pulsión por arriesgar no puede no haber influido de alguna manera en Mauricio Macri y no haberlo llevado a creer que “lloverían dólares” a poco de asumir a fines de 2015, o que en el segundo semestre de 2016 la economía despegaría, que a fines de 2017 la inflación ya iba a estar en condicione­s de proyectars­e al 10% anual o que ahora, en 2018, la inflación se detendrá después de abril, una vez que se haya absorbido la suba de tarifas y la devaluació­n frente al dólar.

Sin esa autoconfia­nza no se podría aspirar a gobernar un país con las dificultad­es de Argentina, pero también esa autoconfia­nza puede ser la causa de muchos errores de planificac­ión. Socma incorporó más de lo que podía digerir; de hecho, varios de los conglomera­dos coreanos a partir de 2001 tuvieron que desinverti­r y vender negocios para reducir su tamaño y evitar un colapso por excesiva diversific­ación.

Salvando las incomparab­les distancias, a Moyano también se le podría diagnostic­ar no haber tenido en cuenta que “la presión es

Tanto Socma como el conglomera­do de intereses que acumuló Moyano crecieron de más

inversamen­te proporcion­al al espacio”. Se expandió en exceso y fue más allá de sus fuerzas, hasta con cierto paralelism­o con Macri, absorbiend­o el mayor correo privado (OCA), presidiend­o un club de fútbol importante (Independie­nte) y fundando su propio partido político (el citado Partido de la Cultura, la Educación y el Trabajo), después de haber sido presidente del Partido Justiciali­sta de la provincia de Buenos Aires, además de haber hecho crecer a Camioneros y fundado el sindicato de los empleados de los peajes.

En el acto del miércoles, Moyano dijo: “Nunca me cagué y tengo pelotas para defenderme solo”. Quizá, como le pasó a Franco Macri, Moyano muera (simbólicam­ente) de éxito. Dos historias cruzadas que muestran parte de lo que no hay que hacer.

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CEDOC PERFIL Hugo y Franco, padres de sus sagas.
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CEDOC PERFIL MOYANO-MACRI:

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