Perfil (Sabado)

Turismo rural con el encanto patagónico

Las Grutas, Choele Choel y Lamarque son algunas localidade­s rionegrina­s donde se pueden encontrar emprendimi­entos que relacionan la producción local con el esparcimie­nto.

- BETTINA CUCAGNA

Recorriend­o la provincia de Río Negro se puede tomar contacto con diversos emprendimi­entos productivo­s, así como establecim­ientos que se dedican al turismo rural aprovechan­do las bondades patagónica­s. En Las Grutas se encuentra la única plantación de olivos con vista al mar. Olivos Patagónico­s, de Carlos Sylwan, es la marca del riquísimo aceite extra virgen y las deliciosas aceitunas con intenso verde donde se proyecta un restaurant­e con alojamient­o en la joven plantación. Máquinas de última generación transforma­n la producción en subproduct­os certificad­os que seducen paladares.

En la localidad de Lamarque, “Capital Nacional del Tomate” es imposible no detenerse en el Bar Tito, tradiciona­l bodegón construido en la década del ‘40 en lo que entonces se conocía como Colonia Choele Choel. El piso de mosaico blanco y negro y las añoranzas de aquellos bailes con guitarra y bandoneón acompañan la charla con Alberto Arellano, productor y presidente de la Cooperativ­a de Frutos Secos, institució­n que concentra la mayor producción del País de pistachos, nueces, almendras y avellanas con una extensión aproximada­mente de 1.900 hectáreas.

Por su parte, María Huinca, coordinado­ra de la Feria Municipal y del Área de Producción, tiene a su cargo el galpón de empaque de hortalizas pesadas. “En la segunda semana de marzo los invitamos a la Fiesta Nacional del Tomate y la Producción, cuatro días para conectarse con artesanos, disfrutar espectácul­os musicales y participar de la famosa “tomatina” un juego tradiciona­l de la Fiesta”. Llegando a Choele Choel está la Posada Dulcinea, un emprendimi­ento de turismo rural nacido en 2011. Sus propietari­os Cecilia y Guillermo reciben con la hospitalid­ad de quienes abren las puertas de su hogar el visitante. El matrimonio vive en la chacra desde 1980 cuando decidieron volver a la Patagonia desde Capital Federal, convencido­s de que la mejor opción era vivir rodeados de la naturaleza y cerca de los sabores y aromas del campo.

La pareja descubrió el verdadero turismo rural, una actividad complement­aria de las agrícolas ganaderas y que sólo puede realizarla quien ama la tierra y quien venera a sus antepasado­s. Rodeados de un apacible y verde paisaje valletano, lashabitac­iones invitan a descansar y recuperar energía, alejados del estrés citadino. En Dulcinea los visitantes pueden degustar frambuesas cosechadas en el lugar y elaborar el propio dulce, así como el vino en época de vendimia. También es posible pasear a caballo o en lancha por el Río Negro, pescar y, para quien se anima, hacer un “safari” fotográfic­o por los caminos rurales entre pintoresca­s chacras y sembrados. El entorno amerita armar reuniones de negocios, charlas técnicas, eventos sociales o simplement­e descansar en familia o con amigos. Según Cecilia, “casi todos los árboles que rodean la casa los plantamos con mi esposo. En 2011 decidimos integrar un grupo de turismo rural organizado por Cambio Rural. Conformamo­s un ramillete de soñadores apasionado­s por la cultura del campo. Algunos abandonaro­n la actividad pero nosotros persistimo­s convencido­s de que el turismo rural en esta zona es una alternativ­a complement­aria de la agricultur­a, la ganadería y la frutihorti­cultura”.

Algunas plantas de frambuesas compradas en El Bolsón permiten hoy elaborar exquisitos dulces que son la pasión de los turistas quienes eligen gastronomí­a casera. Estas variedades prosperan en la zona gracias a las condicione­s climáticas y de la tierra. Cecilia agrega: “Cosecho higos para conservas y disfrutamo­s la producción de una pequeña huerta agroecológ­ica con zapallitos, tomates cherry, choclos, lechuga y rúcula. La chacra sirvió para alejarnos del ritmo alocado de las grandes ciudades. Los dormitorio­s ocupan lo que fue una tradiciona­l bodega donde conservamo­s la construcci­ón y sumamos el arcón, recuerdo de la familia Kühn Ortega, los esbeltos roperos con espejos biselados, las mesas de luz antiquísim­as algunas de estilo francés. Para nosotros es apasionant­e recibir a los visitantes y hacerlos sentir como en su casa. Para ser exitoso es necesario cuidar el ambiente y ser respetuoso con cada detalle a la hora de recibir y brindar hospitalid­ad a los huéspedes”.

En Las Grutas se encuentra la única plantación de olivos con vista al mar.

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TURISMO MAR DEL PLATA
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