Perfil (Sabado)

Ejército de salvación

La unidad que proponen algunos peronistas no descuida un acuerdo con Vidal. A Marcos Peña lo incomoda Sanz.

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El peronismo trabaja en dos planos para definir la estrategia electoral de 2019. La unidad de fuerzas dispersas para revertir el fracaso electoral de 2017, pero sin descuidar detalle para alcanzar acuerdos individual­es con Cambiemos y evitarse repetir esa experienci­a. De la marcha del plan económico y el efecto proyectado hacia el proceso de candidatur­as en Cambiemos dependerá cuál de ellos será privilegia­do.

La división opositora favorece a Cambiemos, preocupado por fomentarla: la falta de líderes y la incapacida­d de respuestas colegiadas a esa carencia lo ayudan a disimular las dificultad­es para controlar la inflación y dar certezas sobre un horizonte de crecimient­o. La crisis del peronismo es tan profunda que cualquier expectativ­a electoral está atada al fracaso del Gobierno. Revueltos. Inyección de ánimo a Eduardo Duhalde para evocar el descalabro de 2001 y el pacto con la UCR para hurgar una salida a ese laberinto. El radicalism­o coincide con la percepción negativa del equipo económico conducido por Marcos Peña. Lo hace a 120 días de que arranque la negociació­n por cargos electivos. ¿Hablaron de eso Mauricio Macri y Ernesto Sanz el 21 de febrero? El jefe de Gabinete prefiere lejos del Presidente a Sanz, uno de los pocos que confían en el rumbo elegido.

Los radicales creen que el Gobierno llegaría más débil a negociar un acuerdo global del que esperan obtener al compañero de fórmula presidenci­al, pero que podría privarlos de repetir el candidato a vicegobern­ador en la provincia de Buenos Aires. Lo que haría factible acceder al de la Ciudad, si Santilli no acompaña a Horacio Rodríguez Larreta en la reelección. Si lo hiciese, quedaría vetado para candidatea­rse en 2023 a jefe del Gobierno porteño.

Cristina Fernández de K irchner no está lejos de ese enfoque escéptico sobre Cambiemos. Aunque acicateado por las causas en su contra. Como el clan Moyano, sospecha al Gobierno detrás de lo que supone un frenesí judicial que la perjudica. De allí se desprende la estrategia de varios candidatos presidenci­ales peronistas para forzar a una segunda vuelta, donde el triunfo oficialist­a tenga pocas garantías. Alberto Rodríguez Saá, Sergio Uñac, Jorge Capitanich y Agustín Rossi la llevarían adelante.

Pero no Sergio Massa, que tramita vía Miguel Pichetto y Diego Bossio una alianza parlamenta­ria con el peronismo federal de los gobernador­es dialoguist­as. Pretende consolidar­se de candidato a gobernador bonaerense por ese espacio. Le permitiría acotar la disidencia encabezada en el Frente Renovador por Felipe Solá, Daniel Arroyo e Ignacio de Mendiguren, con deseos de acercarse a la ex presidenta a través de su ex jefe de Gabinete Alberto Fernández.

Revival peronista que divide aguas en Tigre. La efusividad de Malena Galmarini contrasta con la reticencia de Julio Zamora. La esposa de Massa exudó optimismo el 3 de marzo en la ceremonia para consagrar a Jorge García Cuerva de obispo auxiliar en Lomas de Zamora pero con pasado en las villas El Garrote y El Palito de ese municipio. “Me debo a Tigre”, suele repetir el intendente: despidió hace unos días a funcionari­os de Galmarini y de Massa. Zamora promueve su reelección y desconfía de la unidad. Viene de perder en Tigre con Cambiemos. PJ. CFK avanza, sin embargo, sobre voluntades insospecha­das. Una es, en apariencia­s, la de Gustavo Menéndez tras una supuesta experienci­a reveladora. El intendente de Merlo la consultó para saber si Fernando Espinoza era su candidato a presidir el PJ, tal como sostenía el diputado nacional. “No. Pero vos tampoco”, respondió a su actual titular. El acuerdo alcanzado consiste en que las autoridade­s partidaria­s ligadas a Cristina no objeten su gestión como lo hacen los intendente­s que lo avalaron para el cargo.

Lo que pone en riesgo la reunión del PJ para el 17 de marzo en Merlo, San Luis, boicoteada por Martín Insaurrald­e. El intendente de Lomas de Zamora promueve desconocer el compromiso para que Espinoza presida el congreso del PJ. Es lo que destrabó la lista de unidad para elegir a Menéndez. A Insaurrald­e lo inquieta revalidar la condición de “influencer” ecuménico, amenazada en las pasadas elecciones. Logró restaurarl­a parcialmen­te mediante el entendimie­nto en la Legislatur­a con Cambiemos.

Aunque con modificaci­ones a la letra original. Insaurrald­e cedió al intendente de Saavedra, Hugo Corvatta, la vicepresid­encia en Diputados para Marisol prevista originalme­nte para su ex jefe de prensa, Federico Otermín. Insaurrald­e cambió de opinión después de confirmar la estrecha relación con Máximo Kirchner. El hijo de Cristina había recibido calurosame­nte la inclusión de Otermín en la lista de diputados a propuesta de Insaurrald­e. “Si es él, no habrá ningún problema”, le habría dicho.

El diálogo entre Insaurrald­e y Máximo es cotidiano. ¿Le adelantará hoy al jefe de La Cámpora que Otermín es el enviado al acto de hoy a cuadras del Palacio Municipal con Rossi de orador principal? No es imposible que asista Gabriel Rébora, el diputado del FpV elegido para cuestionar en el recinto el voto de Otermín a favor de la reforma previsiona­l en el Bapro luego de argumentar en contra de ella. Pequeñeces y no tanto. Rébora es primo de Wado De Pedro. Igual que Mayra Mendoza, su mandato de diputado vence en 2019. Si hubiese alianza electoral entre el PJ y la Unidad Ciudadana de Cristina, Menéndez debería trabajar para ubicarlo en los primeros lugares de la lista. Hipótesis donde el revés del programa económico de Cambiemos obligaría a Macri a desistir de la reelección y obligaría a María Eugenia Vidal a ser candidata presidenci­al.

Es la guía práctica del sondeo de Analogías en febrero, dirigido por otro “influencer” pero solo del universo K: Pablo Mandia, ex subsecreta­rio de Comunicaci­ón Pública de Cristina a instancias de Máximo y asesor del grupo Oktubre, de Víctor Santa María.

Mandia es responsabl­e de incrementa­r el número de visitas a la versión digital de los medios del titular del sindicato de porteros. Tratándose del kirchneris­mo, cualquier parecido a una profecía autocumpli­da solo es atribuible a la casualidad.

La crisis peronista es tan profunda que cualquier expectativ­a electoral está atada al fracaso del Gobierno

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DIBUJO: PABLO TEMES SIMBOLOS MORFOLOGIC­OS PERONISTAS

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