El ejército investigará el ataque a un ex espía ruso en Gran Bretaña
El ejército británico se sumó ayer a la investigación del atentado con gas nervioso contra el ex espía ruso Serguéi Skripal y su hija Yulia, cuyo foco parecía trasladarse a la casa de la víctima.
El despliegue incluye elementos de los Royal Marines y personal adiestrado para la guerra química y en operaciones de descontaminación.
El operativo se realiza en el centro de la ciudad de S a l i s b u r y, donde las víctimas aparecieron inconscientes, sentados en un banco.
El domingo, pasado, Skripal, de 66 años, y su hija Yulia, de 33, fueron encontrados inconscientes, con síntomas de envenenamiento, en el banco de un parque cerca de un centro comercial, en Salisbury.
Desde entonces luchan por su vida en un hospital. Además, otras 19 personas tuvieron que ser atendidas por los servicios sanitarios tras el ataque.
Además de Skripal y su hija, el primer policía británico que fue a atenderlos cuando yacían inconscientes, el sargento Nick Bailey, resultó herido por el gas nervioso.
El examen de la casa de Salisbury sugiere la posibilidad de que Skripal, de 66 años, y su hija Yulia, de 33, recibieran en ella la dosis de gas nervioso que los hirió de gravedad, y no en el restaurante o el pub que visitaron antes de ser hallados inconscientes.
The Times afirmó que el gas nervioso pudo llegar al ex coronel del GRU –los servicios de inteligencia militares rusos– en un paquete entregado a su hija en Rusia por “unos amigos”.
Yulia vive aún en Rusia y es la única familiar cercana que le queda a Skripal, porque su mujer e hijo murieron a los 59 y 44 años, respectivamente, en 2012 y 2017.
Además de Skripal y su hija, el primer policía br itánico que fue a atenderlos cuando yacían inconscientes en un banco, el sargento Nick Bailey, resultó herido por el gas nervioso. Rusia. Todas las miradas están puestas en Rusia tras el precedente de Alexander Litvinenko –un antiguo agente ruso asesinado en Londres en 2006 con una sustancia radiactiva–, pero Moscú negó estar tras el ataque y denunció ser víctima de una campaña de desprestigio.
“Nos acusan de todo lo que va mal en el mundo”, dijo el canciller ruso, Serguéi Lavrov. “Es pura propaganda”, añadió.
Hasta ahora no hay ninguna prueba de que Moscú esté involucrado, señaló Lavrov y añadió que las especulaciones tienen el objetivo de “aumentar las tensiones”.