Entretenimiento primario, con sabias ganas de no dar lecciones
PERFECTOS DESCONOCIDOS Dirección: Alex de la Iglesia Intérpretes: Belén Rueda, Eduard Fernández, Ernesto Alterio, Juana Acosta, Eduardo Noriega, Pepón Nieto y Dafne Fernández Origen: España / Italia (2017)
El director español Alex de la Iglesia ( El día de la bestia, La comunidad, Muertos de risa) fue en algún momento el científico loco que trajo el género de vuelta a la vida para el cine de habla hispana. Hoy, con más de veinte años de carrera, De la Iglesia parece filmar con cierto enojo, con cierta pasión que deviene, quiérase o no, una especie de ira contra el mundo moderno y contra ciertos estereotipos o falsedades a los que nos hemos acostumbrado. En El bar mostraba los dientes otra vez al generar una película de personajes que usaba el género como terrario y como columna vertebral narrativa. Por eso, una película donde el mundo que se oculta en el celular sale a la luz parecía un festín para atinarle donde no da la luz del día a la modernidad. Esta remake del film italiano del mismo nombre, Perfectos desconocidos, plantea aunque sea de casualidad un correlato con El bar, su película anterior: aquí una luna extraña, que implica el componente sobrenatural, es la que ilumina una noche de amigos, de cena de amigos.
La cena deviene un juego entre todos: poner los celulares sobre la mesa y oír y leer lo que entre sin filtro alguno; y gracias a la luna de turno, en un thriller de encierro, de esos donde el director debe pelear con la idea de lo teatral, o al menos de forma consciente evitar ese tic. De la Iglesia adora a la criaturas acorraladas en una esquina a la hora del cine, y aquí la trama desactiva la crítica social al celular del original y la troca por un juego de culpas, donde el guión se para sobre algunas ideas visuales. Pero lo cierto es que De la Iglesia va a por el tuétano de este relato, lo retuerce a su merced y placer y algo, bastante, de eso se filtra y permite un entretenimiento primario, pero con sabias ganas de no dar lecciones y divertirse con sus malditos y su noche de furia.