CASADOS CON SU HIST
Asunción es una ciudad fascinante y poco visitada, un lugar de viejos edificios, aceras desniveladas, fragmentos de guaraní y novedades cosmopolitas en las cafeterías y los hoteles, con decoración chic e industrial. Ya sea que se busquen restaurantes retro que no han cambiado en cincuenta años, donde los lugareños comen caldo de pescado y mandioca, o galerías innovadoras y almuerzos al estilo del brunch, todo eso se encuentra aquí. El Museo de las Memorias (entrada libre) funciona en un edificio impresionante que alguna vez fue un centro de detención y tortura de la dictadura del general Alfredo Stroessner (1954-1989). Las fotos y los instrumentos de tortura –látigos, máquinas de electroshock, herramientas para arrancar las uñas– hablan por sí mismos. En la parte de atrás se encuentran las celdas donde se mantenía a los prisioneros, con
Para distenderse, merodear por los callejones del Mercado
“cuerpos” de un realismo terrorífico envueltos en harapos. En la entrada hay una camioneta antigua Chevrolet de color rojo, que era el automóvil en el que se traía a los detenidos de las estaciones de policía y los centros de detención: un símbolo del terror. Luego, para distenderse, se impone merodear por los callejones laberínticos del Mercado Municipal (conocido como Mercado Cuatro). Allí hay puestos humeantes de comida que sirven salchichas asadas y mesas cubiertas de manojos de hierbas frescas y secas. Basta con decirle al vendedor qué nos duele, para que indique las hierbas pertinentes. Para cenar, el área de alimentos del Parque Nacional Mburucuyá da la bienvenida con sus luces, música y arboledas. Los niños se entretienen solos en el