Personajes femeninos para ilustrar la vida entera
Autor: Rainer Werner Fassbinder Elenco: Muriel Santa Ana, Belén Blanco, Marita Ballesteros, Dolores Ocampo, Miriam Odorico y Victoria Gil Gaertner Escenografía: Graciela Galán Vestuario: Renata Schussheim Iluminación: Eli Sirlin Diseño corporal y de movimiento: Roxana Grinstein Musicalización y diseño sonoro: Carmen Baliero Asistencia de dirección: Cecilia Acosta y Fernanda Machado Dirección: Leonor Manso Sala Cunill Cabanellas. Teatro San Martín. Av. Corrientes 1530. De miércoles a domingos 20.30
En 1971 Rainer Werner Fassbinder (1945-1982) estrenó su texto teatral Las amargas lágrimas de Petra von Kant y un año después lo llevó al cine. Dramaturgo, actor, productor, director de teatro, cine y televisión, este creador alemán puede entrar en la categoría de los clásicos. Cuando en 1986 se conoció la obra en Buenos Aires interpretada por Alicia Aller impactó el planteo del amor lésbico. Nuestra sociedad con la ley igualitaria está preocupada más por otros temas, como es la violencia de género y aquí también aparece.
Iluminar un aspecto sobre otro de una obra es responsabilidad de la dirección, en este caso, de Leonor Manso. No hay un subrayado pero sí una atención especial cuando dos de sus protagonistas hacen referencia a violaciones y muertes. Es un mundo femenino el que se representa, pero los hombres ausentes en el escenario están muy presentes en los diálogos, tanto los ex maridos como los padres. Las figuras masculinas fueron muy fuertes para estas criaturas y Fassbinder sabiamente las trae al primer plano.
Las relaciones humanas están puestas en tensión, madre-hija, amantes, empleadora-empleada, amigas, casi no falta ningún vínculo en ser cuestionado. Es un texto que con pocos personajes consi- gue ilustrar la vida entera. El mundo donde se desenvuelve es el de la moda, por eso mismo el equipo creativo es de un cuidado notable. La escenógrafa Graciela Galán enmarcó la historia en una jaula de lujo, mediante una finísima red que permite ver perfectamente proponiéndole una distancia al espectador. El ámbito es blanco, con la custodia de maniquíes. El vestuario de Renata Schussheim representa el lujo, la obsesión por la estética, y el tono imperante es el rojo, en sus distintas intensidades. La iluminación de Sirlin subraya acciones y marca el paso del tiempo. El diseño corporal y de movimiento de Grinstein se relaciona con este universo, donde las entradas y salidas tienen algo de desfile. La musicalización y el diseño sonoro de Baliero acompañan sutilmente a la historia.
Manso contó con un muy buen elenco. Desde el contrapunto que consigue entre Muriel Santa Ana y Belén Blanco hasta los trabajos de Miriam Odorico, Marita Ballesteros, Dolores Ocampo y Victoria Gil Gaertner. Santa Ana encarna a esta protagonista desaforada, fuera de eje, que entiende tarde la importancia de los afectos. A su lado, Blanco convence en esta criatura feroz que pasa de la inocencia a la crueldad. Las amargas lágrimas de Petra von Kant expone a un Fassbinder actualizado con belleza y cuidado escénico.