Perfil (Sabado)

EL FÚTBOL, PASIÓN POPULAR

- A.M.

—¿Cómo llegaste a la danza?

—Nací en San Luis; viví en Buenos Aires desde que tenía un año. A los seis, mis padres me llevaron a un club de deportes. Elegí hacer patín artístico. Fue una decisión personal y una necesidad de hacer algo artístico con mi cuerpo, no solo ejercitarl­o sino moverlo con el ritmo de la música, con un estilo. Luego, veía a mi hermana hacer sus clases de ballet; su profesor me vio en el pasillo del estudio intentando practicar, me sugirió tomar clases y le dije que sí. Mis padres no pusieron cara de horror, pero se sorprendie­ron porque en la escuela yo no quería participar de ningún acto teatral, porque tenía mucha vergüenza. Pero era vergüenza de hacer algo que no me atraía. Enseguida, mis padres, personas muy cultas, entendiero­n que ésta es una hermosa profesión.

—También te gusta el fútbol. ¿Cómo lo combinás con la danza?

—Me encanta. Lo practiqué en el parque, con amigos, hasta que tenía 13 años, cuando empecé las giras con Julio Bocca. Ahora sigo los partidos los fines de semana: Boca, de Argentina, y el Barcelona, por culpa de Messi. Pero no lo practico, me lo tengo prohibido, para no correr riesgos y estar al ciento por ciento para mi pasión, que es la danza.

—La danza tiene fama de ser absorbente. ¿Te deja espacio para la vida personal?

—Vivo mi vida como cualquier otro ser humano. Tengo mi casa, mi pareja (que no pertenece a la danza sino a otro rubro diferente), mi mascota… Además, ir a trabajar es vivir también. Mi pasión me hace vivir, viajar por el mundo, conocer teatros, culturas diferentes. Cuando una persona se quiere llamar normal, va a la oficina ocho horas y se sienta en un escritorio frente a una computador­a; yo esas ocho horas estoy trabajando en un estudio con gente, con coreógrafo­s; mi oficina es viajar.

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