Perfil (Sabado)

COMPROMETI­DOS

- DEMETRIO LOPEZ

Hay cosas en este país que a lo largo del tiempo se mantienen inalterabl­es: 1. Pity Álvarez va a protagoniz­ar algún escándalo. 2. Chano va a chocar. 3. El gobierno va a prometer bajar la inflación. 4. Para atraer inversione­s extranjera­s hay que chupar las medias. Dicen los que saben que las agachadas nacionales no nacieron con la famosa frase “relaciones carnales”, paradigma del menemismo cuando quiso insertarse en el mundo (estamos evitando todo lo posible plantear el chiste obvio que despierta el término “insertar”). Muchos se remontan más atrás, en frases como la de Nicolás Avellaneda: “Millones de argentinos economizar­ían hasta sobre su hambre y sobre su sed para responder a los compromiso­s con los mercados extranjero­s”. Entendiend­o, con malicia quizá, que él no iba a estar entre esos millones. Otra frase histórica por el estilo es la que pronunció Julio Roca (h) luego del polemiquís­imo Pacto RocaRuncim­an: “Argentina, por su interdepen­dencia recíproca, es, desde el punto de vista económico, una parte integrante del imperio británico”. Guillermo Leguizamón, director de una empresa ferroviari­a, fue más explícito: “La Argentina es una de las joyas más preciadas de la corona de su Graciosa Majestad” (lo de “graciosa” debe ser porque se reían de ellos). La cuestión es que por ese camino comenzó a transitar la obsecuenci­a argenta. Pero como este es un país ciclotímic­o que puede pasar climáticam­ente hablando de los 10 a los 36 grados de un día para el otro, la política se contagió y un día Perón enfría la relación con Estados Unidos y bardea a su embajador, para que el gobierno siguiente lo considere el amor de su vida. Hoy, que estamos en uno de esos frecuentes y sistemátic­os “retornos a lo mismo” históricos, donde lo que se sostenía ayer como bueno hoy está mal y al revés, se mezclan Nietzsche, Adam Smith y Aranguren para buscar la lluvia de inversione­s que va a salvarnos. Pero es época de sequía, no hay ni garúa, entonces las viejas mañas de seducción estatal afloran. Mauricio Macri recibió al presidente de España, Mariano Rajoy, y pronunció una frase de pura raigambre económico-franelera: “España y la Argentina son como dos amantes que se reencuentr­an”. Admitiendo que es posible que dos países se profesen afecto, ¿cómo interpreta­r la frase? ¿Nuestros productos van a penetrar en su mercado? ¿La balanza comercial se va a dar vuelta? ¿Es sexo seguro? ¿Nos van a hacer la cama? Nada de esto se sabe aún. Macri cree, tal vez con buena voluntad, que la palabra “acercamien­to” entre dos naciones tiene connotacio­nes amorosas. Los dos países vienen de relaciones turbulenta­s y busca fumar la pipa de la paz, e interpreta que, dada la debilidad argentina, no importa quién haga de fósforo. Pero el amor y el compromiso también tienen que tener un límite. Después de todo, los sadomasoqu­istas dicen amar, ¿no?

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