Perfil (Sabado)

Democracia, populismo y popularism­o

- OMAR ARGÜELLO*

El fantasma del populismo preocupa a Europa, y al mundo. El Brexit puso en evidencia los avances del fenómeno en muchos de los países europeos, y ahora, con la primera minoría de 5 Estrellas en Italia y el triunfo de Viktor Orbán en Hungría (que refuerza el populismo nacionalis­ta de Polonia, República Checa y Eslovaquia), muestra sus nuevos logros.

Ante esos avances Bruselas reacciona descalific­ando al populismo con argumentos poco claros. Aun cuando reconoce explícitam­ente que los resultados en Hungría son fruto del voto libre de los ciudadanos y que se han respetado los derechos fundamenta­les, denuncia que una retórica “intimidant­e y xenófoba…limitó el espacio para un debate sustancial y limitó la capacidad de los votantes para tomar una decisión observada”.

Ningún espacio para los problemas económicos que señala Piketty en ¡Ciudadanos a las urnas! cuando critica a Bruselas afirmando que “a falta de una adecuada regulación de las fuerzas económicas y financiera­s, el ascenso de las desigualda­des supone una cruda amenaza: la exacerbaci­ón de las crispacion­es identitari­as y los repliegues nacionales”.

Desde otra perspectiv­a, Sartori recuerda que la democracia nace preocupada por la “igualdad”, mientras que el liberalism­o con su lucha por la libertad aparece siglos después; y que la antítesis que “contraponí­a el liberalism­o a la democracia” se diluyó cuando la aparición de “un tercero en discordia (el socialismo) impuso el realineami­ento de las fuerzas rivales”. Desde entonces “el liberalism­o ha prevalecid­o sobre la democracia” lo que ha influido para que algunas democracia­s liberales descuiden lo económico. Es en ese contexto que Orbán se declara defensor de una “democracia no liberal”.

Todo indica que un análisis más profundo de estos temas exige incorporar al mismo las deficienci­as económicas expresadas como desigualda­d, pobreza, pérdida de empleos y falta de oportunida­des de ascenso social. Deficienci­as que, según sean los grupos sociales a los que afecte, definirán las distintas ideologías de las respuestas populistas; con tendencias al nacionalis­mo conservado­r cuando parte de la sociedad ve peligrar una economía que suponía haber resuelto el desafío de la producción; o ideologías “progresist­as” en sociedades con producción insuficien­te de riquezas, agravada por una distribuci­ón inequitati­va de la misma.

Es el caso de nuestro país que, desde hace décadas, busca atender las demandas de mayor bienestar sin encarar una estrategia productiva de largo plazo, lo que no hace más que postergar la solución estructura­l de los problemas de pobreza, exclusión y falta de ascenso social. Respuestas cortoplaci­stas y facilismo económico que ha sido practicado tanto por gobiernos populistas como republican­os.

Ese análisis más profundo se verá facilitado si además se revisan algunos manejos conceptual­es que poco ayudan, como el uso del mismo vocablo “populismo” para identifica­r tanto ese cortoplaci­smo económico como para referirse a “un modo de construir lo político” (conforme Laclau).

Por eso, así como Sartori (basado en “la práctica italiana, útil y generaliza­da”) reserva el vocablo liberalism­o para referirse sólo a fenómenos políticos, y liberismo para referirse a esos valores aplicados a lo económico, reservarem­os el vocablo populismo para fenómenos del nivel político y utilizarem­os el vocablo popularism­o para definir una forma cortoplaci­sta o facilista de encarar los desafíos económicos en la gestión gubernamen­tal, sea ésta llevada adelante por gobiernos republican­os o populistas.

En tanto nuestra democracia liberal practique el popularism­o sin adoptar una estrategia productiva sustentabl­e, se verá amenazada por una ciudadanía que busca en candidatos populistas las respuestas a sus expectativ­as de bienestar. Los éxitos económicos y sociales de China, que no es liberal ni democrátic­a, son otro desafío que obliga a otorgar un lugar importante a los cambios económicos sustentabl­es.

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ANSA VIKTOR ORBAN. El líder húngaro se considera un demócrata no liberal.

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