La película invencible arriesga poco
AVENGERS: INFINITY WAR Anthony Russo y Dirección: Joe Russo Guión: Christopher Markus y Stephen McFeely Intérpretes: Robert Downey Jr., Chris Evans, Chris Hemsworth, Josh Brolin, Tom Holland, Scarlett Johansson, Chris Pratt, Elizabeth Olsen, Karen Gillan, Sebastian Stan, Zoe Saldana, Tom Hiddleston y Dave Bautista. Origen: Estados Unidos (2018) Duración: 149’
Los superhéroes han alterado para siempre Hollywood. O al menos, uno de sus posibles “para siempre”. Esa idea suele creerse que viene acompañada de devoción geek por cualquiera de las 18 películas de Marvel Comics, esas que desde el 2008 y con Iron Man dieron luz verde a un proyecto comercial como pocos: lograr que los fans del cine actuarán, a la hora del cariño y la devoción como lo han hecho durante décadas los fans de las historieta de superhéroes. Es decir, que el público general aprendiera un sistema de reglas, de entrecruces y de formas de un universo lúdico cuya potencia, o gran parte de ella, nace en la familiaridad con los personajes. El fanatismo como mercadería a explotar, pero también como nervio a construir. ¿Por qué si no debería importar que aquí, en el súmmun, en la película que supuestamente todo lo cambia en Marvel, se crucen más de cuarenta personajes en escena? Eso, honestamente, no es otra cosa que el triunfo de la franquicia por un lado y por otro de un grupo de personajes que se mezclaron perfectamente con la nueva idea de celebridad como hipervínculo al pop real (de allí que el acierto clave fuera Robert Downey Jr. como columna vertebral del asunto haciendo, bueno, de Tony Stark, una especie billonaria y tech de Robert Downey Jr. y sus excesos).
Y así, entre cameos, películas compartidas e incluso un film que decidió que podía usarse nuevamente Nueva York como sitio (digital) para un desastre apocalíptico apenas unos años después del 11/9, llega enton- ces Avengers: Infinity War. Y confirma lo obvio, lo que hasta ahora se susurraba, pero ya es noticia de ayer: así como alguna vez Star Wars cambió la forma de Hollywood, sus ambiciones artísticas y en la taquilla, los superhéroes han reseteado Hollywood. Eso es, claro, malo a la hora de la diversidad, pero sí ha generado un experimento narrativo que mezcla por cantidades iguales la fuerza de estos personajes cocreados por Stan Lee (su núcleo, aquello que los hace invencibles más allá de quién los use y reciclables a medios y formas varias), departamentos de marketing con presupuestos idénticos a los de la realización de la película y “fines del mundo” varios, la esencia del género más elástico a la hora del entretenimiento industrial. Ese es el reinado de Marvel y de Kevin Feige, su padrino conceptual y mandamás, y que nadie, ni Warner y DC Comics (con Superman y demás superamigos), ni Universal con sus monstruos y así la lista de versiones carbónicas del experimento Marvel han logrado siquiera igualar.
Este caso de gigantismo tiene, a diferencia de otros films, por primera vez un objetivo claro: ya no necesita al mundo real, las referencias geopolíticas, aquí la gracia es el género. Es decir, la pelea XXL entre villanos galácticos y la comedia digna de Saturday Night Live entre semideidades y adolescentes, mapaches, árboles y así la lista. En esos dos ejes, corre Avengers: Infinity War haciendo de la épica una cool lucha de catch digital y poniendo el ojo en instantes que parecen, por fin, festejar la canchereada del género antes que su capacidad de conmover. Es una película enorme, con panza, pero también con músculos, que pierde muchas veces por sus muchos arcos narrativos y que creó, con justicia, viñetas fascinantes, entre la comedia y el cariño, y eso tienen que ver con el camino recorrido, y pasiones previas. El súper serial le gana al súper cine, y aún así Hollywood sonríe. Los superhéroes cambiaron para siempre a Hollywood y ahora hasta le hacen creer que otro “fin del universo” es válido.