Perfil (Sabado)

Líder de la banda a su novio: “Igual te voy a liberar ”

Lo confesó en una carta abierta que difundió su abogado defensor. También reveló que su pareja temía que lo mataran en una unidad penitencia­ria. “Lo hice por amor”, aseguró.

- CECILIA DI LODOVICO

Miedo a una certeza: la muerte. Leandro Aranda (22) sabía que ese sería su destino si pisaba una prisión. Su novia, Zahira Ludmila Bustamante (19) y el resto de la organizaci­ón, también. Por eso, la urgencia y la desesperac­ión de un rescate mal planeado, con la violencia como única premisa. “Yo también estoy sin dormir, así se me escapan los tiros, mato a un par hoy”, se escucha decir en un audio a uno de los detenidos por el ataque del lunes pasado a la comisaría de San Justo, en el que resultó gravemente herida la oficial Rocío Villarreal.

Ayer, Bustamante –a través de una carta que difundió su abogado, Jorge Irineo– confesó: “Leandro tenía miedo de que lo mataran en un penal y por eso yo le prometí: ‘Queda- te tranquilo mi amor, yo te voy a sacar’”.

El temor era justificad­o. El 25 de agosto de 2017, un hombre bajó de un vehículo y le pegó “dos o tres tiros en el rostro y otros tres en el cuerpo” a Nicolás Ojeda y escapó con su cómplice tras la ejecución. Según los detectives que participar­on en el caso, Aranda –quien habría hecho los disparos– buscó silenciar a la víctima.

La trama secreta. ¿Qué originó el ajuste de cuentas? Varios kilos de cocaína –serían más de setenta– y varios millones de dólares que fueron robados de la guarida del narcotrafi­cante Fabián Quiroz en Villa Cildañez, de Lugano. La investigac­ión de la División de Homicidios de la Policía de la Ciudad no profundizó en los vínculos narco de los implicados, pero llegaron lo suficiente­mente lejos para conocer algo de la trama que motivó el homicidio.

Creen que el novio de Zahira, conocido en Mataderos como “El Gordo Lea”, junto a Ojeda y a Sebastián Rodríguez, trabajaban para Quiróz y que, al localizar el depósito de la droga y el dinero, habrían decidido adueñarse de ese botín (algunas versiones señalan al presunto narco como ladero del capo Marco Estrada Gonzáles). Lejos de la discreción, habrían comenzado a vender la cocaína en los alrededore­s.

Además sospechan que Ojeda, temeroso de las represalía­s y amenazado, se habría refugiado en Isidro Casanova y, desde allí, intentado contactars­e con el jefe, una actitud que sus cómplices no vieron con buenos ojos. Los tres habrían pactado, en una reunión, la devolución de un millón de dólares que nunca llegaron a destino. Deducen que Aranda y Rodríguez lo engañaron y nunca entregaron el dinero. En cambio, lo siguieron y lo mataron.

Quienes investigan al capo de la Villa 1.11.14 hace más de una década descartan cualquier vínculo con Quiróz. En la prisión de Ezeiza, por otro lado, los rumores intramuros señalan al peruano y a su mujer, Silvana Salazar –alojada en ese penal– como los organizado­res del ataque a la comisaría. En la cárcel, dicen que Aranda era sicario de confianza del capo y por esa razón, querían rescatarlo. Pero su nombre tampoco aparece en los expediente­s que tramitan en el Juzgado Federal Nº12, a cargo de Sergio Torres.

Leandro Aranda se habría quedado con 70 kilos de cocaína y varios millones de dólares

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Carta abierta de Zahira Bustamante.
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FOTOS: CEDOC PERFIL ARREPENTID­A. Zahira pidió perdón. En la foto, con Leandro Aranda.
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