Perfil (Sabado)

Carrió y una ronda personal de asistencia a un oficialism­o herido

La diputada estuvo el jueves en la Rosada, con Aranguren, y ayer en Olivos, con Peña. Transmitió optimismo y cohesión.

- ANDRES FIDANZA

En el Gobierno celebraron la percepción de que está más alineada con la gestión

El Gobierno vive cada performanc­e de Elisa Carrió con una mezcla de excitación adolescent­e, incertidum­bre por lo que vaya a declarar y esperanza de que legitime el rumbo oficial. El 51% obtenido por la diputada en las legislativ­as del año pasado confirmó su estatus de aliada fetiche, muy por encima de la importanci­a que el PRO le da a su sociedad con la UCR.

Así, la doble visita de Car r ió, el v ier nes a la Casa Rosada y ayer a la quinta de Olivos, f ue celebrada como un gol por el macrismo, en una de sus semanas más complicada­s. Quizás se trate del peor momento de Cambiemos, desde diciembre de 2015 a la fecha, ante la ausencia de sus culpables favoritos: kirchneris­tas, peronistas, algunos jueces y sindicalis­tas.

Frente a esa minicrisis económica y de relato, cerca de Mauricio Macri festejaron algo más que el apoyo coyuntural de Lilita: la percepción de que está más alineada con la gestión del Gobierno. Un dato de las últimas semanas colaborarí­a con esa conclusión: la fricción del macrismo con el presidente de la Corte Suprema, Ricardo Lorenzetti, un archienemi­go histórico de Carrió.

“Claro que su voz suma. Es la figura política con mejor imagen y mayor credibilid­ad del país”, se entusiasma un asesor presidenci­al. Si bien se trata de un consiglier­i de trato fluido con Carrió, el funcionari­o ignoraba que la chaqueña tuviera agendada una reunión en la Rosada. En realidad, la cita se armó espontánea­mente el viernes a la tarde, después del encuentro entre Lilita y el ministro de Energía, Juan José Aranguren. Ahí, en el quinto piso del edificio ministeria­l, estuvo “todo bien”, según el resumen tuitero de Lilita.

Intentó así firmar la paz con Aranguren y apoyar la política tarifaria del Gobierno, tras su cuestionam­iento televisivo al ministro de Energía. “Por más que lo quiera mucho a ‘Juanjo’, con mi gobierno no sigue bajo esas circunstan­cias. Pero yo no soy presidente. Nunca tuve depósitos en el extranjero”, había opinado hace tres semanas. Las circunstan­cias referidas por Carrió son los 88 millones de pesos que Aranguren, ex CEO de Shell, tiene depositado­s en el exterior. Días después, la diputada se acopló lateralmen­te a la UCR, en el fuego amigo en contra de los tarifazos en los servicios.

Tras su cara a cara con Aranguren, visitó en la Rosada al lilito Fernando Sánchez, secretario de Fortalecim­iento Institucio­nal de la Jefatura de Gabinete desde diciembre pasado. De ahí pasó a la oficina del secretario de Asuntos Estratégic­os, Fulvio Pompeo, una especie de canciller en las sombras. Pompeo le preguntó sobre su reciente tour por la Corte Interameri­cana de Derechos Humanos y a la OEA, en Washington. Lilita buscó mejorar la fría relación del oficialism­o con ambos organismos. “Quiero llevar tranquilid­ad a toda la Argentina. El dólar va a bajar”, profetizó a la salida.

Ayer, pasado el mediodía, continuarí­a su ronda de asistencia al Gobierno herido. Iría a Olivos para verse con el jefe de Gabinete, Marcos Peña, y el vicejefe de ministros, Mario Quintana. El viernes ya había anticipado con una ironía que no habría encuentro con Macri: “El es muy importante. Yo soy una simple diputada”.

Cerca del Presidente valoraron el guiño de Carrió, quien se fue “tranquila” de Olivos, según reveló un lilito. Y aseguraron que existe la voluntad mutua de volver más estrecha la sociedad política con la jefa de la Coalición Cívica. En 2019 el oficialism­o necesitará ese capital.

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NA CON PEÑA. La legislador­a visitó ayer al jefe de Gabinete y a su vicejefe, Mario Quintana.

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