Perfil (Sabado)

PATRICIO BARTON

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Algo quedó de aquellos Patacones y Lecops. Una especie de memoria colectiva del Club del Trueque fue ganando los modos de las grandes cadenas de supermerca­dos, bancos y shoppings: los cupones de descuentos y beneficios. “Llevando dos unidades iguales te devolvemos el 30% de la segunda unidad” es el encabezado de un extenso texto escrito en diminutas letras –marginadas por la oftalmolog­ía– que dejan al cupón al borde de su refutación. Son tantas las excepcione­s que será casi imposible ganar algo. Pero no es para lamentarse demasiado. Después de todo, los premios exhiben sus propias limitacion­es: un spa day en los paraísos naturales de Venado Tuerto o la depilación definitiva de una pierna a elección pueden ser algunos de los tentadores beneficios. ¡Y hay más! Un voucher de estacionam­iento gratis por media hora en una calle de San Justo. Medio kilo de helado sabor anís (no incluye recipiente ni cucharita). Una platea alta para partido amistoso en el nuevo Estadio de San Lorenzo (aún por construirs­e). Pero es durante las Pascuas cuando se le encuentra el pelo al huevo de chocolate: el 50% de descuento en la segunda unidad es un eufemismo para no decir que cuesta un huevo y la mitad del otro. Sin embargo, no se trata solo de ofertas de ocasión, también hay programas que premian la fidelidad, una forma solemne de llamar a la recurrenci­a en el consumo. Aquella máxima tántrica sobre la postergaci­ón del deseo fue tomada muy en serio por los programas de beneficios de las empresas. Se trata de acumular puntos para llegar a las máximas aspiracion­es. Y tras haber gastado casi medio millón de pesos con la tarjeta de crédito ya se pueden canjear los puntos por un set completo de repasadore­s; como para no dejar dudas de que el cliente ha quedado seco. Antes existía el premio. Por mérito o por azar, se obtenía algo a cambio. Pero ahora fue reemplazad­o por el beneficio, heredero dilecto de la ventaja. Mientras otro levanta la Copa del Mundo, llueven cupones para tener el beneficio de sacarse una selfie con el trofeo. Todos festejan esa alegría cuponera y la elevan a los paraísos digitales de Instagram y Facebook. Una nueva forma de Patria inclusiva. ¡Ahora ganamos todos! Las vueltas de la historia han hecho que, en la meritocrac­ia, el máximo beneficio esté regido por la cantidad de cupones que uno tenga en el bolsillo. ¡Felicitaci­ones! Si llegó hasta este punto de la lectura, usted se ha hecho acreedor de un 50% de descuento por parcela en Cementerio Privado Las Lombrices, solo uso personal e intransfer­ible, no incluye traslados.

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