“Sería cínico negar que se notan presiones por fallos contrarios”
“La corporación judicial se resiste al debate. No lo quiere. No advierte que la sociedad nos interpela para poner fin a la política de patio de colegio”, sostiene Jorge Auat, presidente de Justicia Legítima. Hoy es el único cargo que ostenta porque el fiscal que fue el virtual brazo derecho de la procuradora Alejandra Gils Carbó y encabezó, desde 2007, la Unidad Fiscal de Coordinación y Seguimiento de las causas por violaciones a los DD.HH., que luego devino en Procuraduría en 2013, presentó su renuncia y el Gobierno se la aceptó.
—¿Se jubila porque quiere o por presiones?
—Son muchos años y siento que es un ciclo cumplido. El espacio de la memoria no se almacena solo en el expediente judical. Hay muchos lugares más donde seguir esa lucha. Las causas judiciales se van a terminar por razones biológicas, tarde o temprano. Nos vamos a quedar sin imputados. Pero la memoria es otra cosa, allí el desafío es eterno.
—¿Cuánto se perdió en esa batalla?
—Siempre creí que, cuando uno está en la función, tiene que mirar el vaso medio vacío. Desde afuera, me permito un balance más positivo. Logramos lo que nos propusimos, que la la sociedad haya incorporado la cultura por la memoria. Resta trabajo en las causas y hay que avanzar para evitar la impunidad biológica, aunque es inevitable.
—Cumplió un rol político en la Procuraduria impulsando lo que era una politica de Estado sobre DD.HH. ¿Cómo conviven política y justicia?
—Conviven como pueden. Son compartimientos claramente diferenciables y deberían mantenerse esos límites si no queremos una patología muy grave para el sistema republicano, que es la politización de la justicia en términos partidarios. Porque la Justicia tiene un fuerte contenido político. El Derecho abreva en la política. Siempre hay una tentación de avanzar y correr el límite y son los jueces los que deben frenarlo. Habrá quien no tiene la suficiente capacidad. Ser independiente es una actitud mental.
—¿Hubo una cacería de brujas en la Justicia por parte del Gobierno?
—Si los fallos motivan decisiones de jubilar jueces o se trasladan fiscales por sus investigaciones, queda claro que se habilita la suspicacia, si no es un reflejo cabal de la realidad. Cuando un fallo adverso a los intereses políticos trae consecuencias, permite a una lectura lineal del tipo: “Me costo caro resolver esto de esta manera”. No hay forma de despegarse de la suspicacia. Por el contrario, sería una actitud cínica negar que se notan presiones por fallos contrarios.
—¿Sufrió presiones?
—En lo personal, jamás. Nunca nadie me levantó el teléfono para decirme nada. Al contrario, esta Procuraduría nació para ayudar a avanzar en el proceso de verdad y justicia porque era muy difícil. Como la comisión interpoderes de la Corte. Si no, no hubiera tenido sentido. Nuestro objetivo era acelerar estos procesos porque habíamos llegado tarde y, con el esquema que teníamos de trabajo, llegábamos a 2050.
—¿Si no levantaban el teléfo- no para mantener presión, las causas se morían?
“Política y justicia conviven como pueden. Siempre hay una tentación de avanzar.”
—No creo que fuera levantar el telefono. Era pensar propuestras, hacer planteos a los jueces, y llevárselos. Y para los que no actuaban, estaba la comisión interpoderess para interpelarlos. Había que vencer un cepo de 20 años.
—¿Existe aún Justicia Legítima?
—Absolutamente, seguimos adelante. El Poder Judicial está desprestigiado, no se corresponde con estos tiempos, y si eso no habilita una discusión, estamos regando fuera de la maceta. Si tuviera que completar la frase, diría “Hacia una Justicia Legítima”. La sociedad aún pide ese debate.