Mucho más que un grano
Dificilmente podamos encotrar un grano tan versátil y noble como el maíz. Más allá de sus usos fundamentales en la alimentación humana, como forraje para nutrición animal e incluso como biocombustible de la mano del etanol, su uso es muy amplio en distintas vertientes del mercado. Además, en la industria química derivados del maíz se utilizan en la fabricación de pinturas, barnices, jabones, productos anticorrosivos, productos textiles. El grano es fuente importante de glucosa y almidón que se usa para fabricar pastas, sémola, maicena, salchicas, mermeladas y jugos de frutas, bebidas, galletas, cervezas y golosinas.
Como si fuera poco comienzan a aparecer usos industriales que posibilitarían el desarrollo de nuevos mercados. Tal es el caso de los bioplásticos que constituyen en la actualidad un campo de interés creciente en sectores industriales diversos como envases y embalajes, construcción, electrónico, automotriz, agronómico, productos médicos, entre otros Este interés está íntimamente relacionado con la tendencia globalmente extendida a la sustitución de los materiales procedentes de fuentes fósiles por otros procedentes de fuentes renovables. Si bien es algo incipiente todo hace sospechar que en un futuro no muy lejano la bebida cola más famosa del mundo no sólo tenga ma í z entre sus ingredientes, sino que el envase estará fabricao en bioplástico. Por lo pronto, el agregado de valor debe dejar de ser una expresión de deseo y convertirse en una realidad. Si todavía el país exporta como grano el 60% de sus ventas externas de maíz es mucho lo que debe avanzar en esa cadena para aportarle sustentabilidad y sostenibilidad. El gobierno debe tener un plan A para industrializar el maíz, que es un mucho más que grano.
“Los bioplásticos son una alternativa sustentable a los plásticos derivados del petróleo.”