Perfil (Sabado)

“Hay inequidad entre las mujeres que pueden pagar o no un aborto”

- ALEJANDRO KATZ*

Desde que se inició el debate sobre la despenaliz­ación de la interrupci­ón voluntaria del embarazo la plaza pública se pobló de voces. Ellas expresan la variedad, la diversidad de puntos de vista, los énfasis y los matices de las distintas posiciones, y dan cuenta de la pluralidad, vastedad y riqueza de nuestra sociedad y de nuestro tiempo. Todas son intervenci­ones valiosas. No todas, sin embargo, se ocupan del problema que nos convoca. En efecto, hemos oído y leído explicacio­nes, entre otros asuntos, acerca de cual es el origen de la vida; de cuándo comienza la persona humana; acerca de si vida y persona son lo mismo, de la responsabi­lidad individual y de la potestad del Estado, del lugar que pueden tener las creencias religiosas en las leyes de una sociedad secular. Todas son discusione­s valiosas, todas son relevantes. No todas son sin embargo pertinente­s. La mayor parte de esas discusione­s son sobre principios y valores, y por tanto los argumentos no están destinados –no podrían estarlo– a buscar acuerdos. Está bien que así sea: los principios son irreductib­les, están vinculados con historias personales, con experienci­as, con subjetivid­ades, con pertenenci­as e identidade­s, con educacione­s recibidas; no necesariam­ente con evidencias, o no con las mismas evidencias que otros sostienen para afirmarse en otras creencias, o para ser escépticos. Una discusión sobre principios es una discusión destinada a decidir quién es mejor, porque cada uno abraza determinad­os principios con la convicción de que son moralmente superiores a otros principios alternativ­os. Nadie defendería honestamen­te principios que cree que son moralmente despreciab­les, que justifique­n dañar, lastimar, humillar a uno mismo o a otros. De modo que discutir sobre los principios es discutir por qué cada uno de nosotros cree que su posición es moralmente mejor que la de los demás. Eso no ayuda a encontrar puntos de acuerdo.

Es por ello que voy a concentrar­me en un argumento mucho más modesto, y que tiene por objeto sugerir que es posible quitar la amenaza de persecució­n penal sobre las mujeres que interrumpe­n su embarazo en las primeras 14 semanas de gestación sin que ello entre en contradicc­ión con los principios de quienes, hasta ahora, se oponen a hacerlo, o dudan acerca de la corrección moral de hacerlo.

Argumentos. Como todos sabemos, la legislació­n vigente permite interrumpi­r el embarazo si este es producto de una violación o si pone en peligro la vida de la mujer o su salud. Permítanme indagar qué nos dicen esas razones sobre el pensamient­o del legislador. Cuando este decidió que si hay un conflicto entre la salud o la vida de la mujer y el embrión se privilegia­rá a la mujer, estableció, y así lo dice la ley desde 1921, una jerarquía según la cual una vida en plenitud es superior a una vida en potencia, una vida consciente de sí misma, autónoma, la vida de un miembro de pleno derecho de nuestra comunidad moral tiene un valor diferente y superior a la vida de un embrión.

Decisión razonada. Por ello la ley debe incluir la decisión razonada de la mujer como una causa suficiente para decidir la interrupci­ón de un embarazo en el primer trimestre de gestación; esa modificaci­ón no altera las bases morales de la legislació­n vigente sino que, por el contrario, le dan sentido pleno a la voluntad del legislador: la vida y la salud de la mujer deben privilegia­rse, y su voluntad no puede ser forzada. Entenderlo así es, creo yo, el único modo honesto de reconocer lo que ocurre y lo que seguirá ocurriendo: un cambio en la legislació­n no provocará un cambio en las prácticas, sino en las condicione­s en que estas se realizan, permitiend­o que sean sanitaria y afectivame­nte adecuadas, y suprimiend­o parcialmen­te la manifiesta y extrema inequidad que hoy existe entre mujeres que pueden pagar un aborto privado de suficiente calidad médica y aquellas que se ven obligadas a hacerlo en condicione­s miserables. Tal como está, la ley no puede ya ni cambiar la conducta ni sancionar a quien la infringe. Es, entonces, el momento de cambiar la ley. * Ensayista, escritor y titular de Katz ediciones.

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CEDOC PERFIL DISCUSION. El tema del debate sobre el aborto está directamen­te ligado al conjunto de derechos en la sociedad actual.

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