Perfil (Sabado)

Argentina magmática

- JORGE FONTEVECCH­IA

Al igual que el aumento de temperatur­a fusiona las rocas que se transforma­n en magma, el aumento del dólar, la inflación y la temperatur­a política general convirtió en líquido cualquier fundamento electoral para 2019. Ahora todos son presidenci­ables, además de Macri y Vidal, los esperables Urtubey y Massa, los outsiders Tinelli y Manes, los clásicos De la Sota (dicen que oficializa la semana próxima) y Lavagna (“se precisa un economista”), en diferentes combinacio­nes con Pichetto como candidato a vicepresid­ente y hasta De Narváez como gobernador bonaerense. En el kirchneris­mo, Rossi, Capitanich y hasta Felipe Solá son los mencionado­s mientras se sospecha que Cristina Kirchner les dice a todos que ella no será candidata pero cuando se acerque la fecha terminará siéndolo. No es seguro que ese sea el deseo de la ex presidenta pero seguro lo es de Cambiemos, que ante un eventual ballottage sabe que polarizand­o contra Cristina le irá mejor que contra un peronismo razonable.

La posibilida­d de que el kirchneris­mo pueda volver (el club del helicópter­o), enterrada en octubre de 2017 y de difícil resucitaci­ón salvo que la economía explote, volvió como amenaza. La usan los delegados gremiales de las empresas y reparticio­nes públicas para amedrentar a aquellos que no quieren plegarse a las huelgas o al trabajo a desgano: “Ojo que cuando nosotros volvamos te podemos acusar de traidor”. El miedo al regreso del pasado con que psicopatiz­an a los empleados públicos que quieren trabajar funciona como amenaza tácita en los inversores y empresario­s: “¿Qué pasa si invierto y regresa el populismo?”. El derretimie­nto de las esperanzas económicas genera una política magmática que produce una economía magmática que retroalime­nta la política magmática. El círculo vicioso que al igual que su inverso virtuoso se suceden en forma de espiral: descendent­e o ascendente, cuando la solidez política produce solidez económica y viceversa.

Desde el Gobierno piensan así. Creen que, al igual que se dio vuelta negativame­nte el humor social de diciembre a mayo, podría volver a darse vuelta hacia principios del año próximo y llegar a la campaña de las PASO nuevamente ganadores. Aunque la economía no sea una panacea, esperan que, por el hecho de que no se hayan cumplido los vaticinios de desastre, se cumpla que “lo débil que perdura se hace fuerte”.

Desde el Gobierno también se insiste en que Macri y no Vidal será el candidato presidenci­al en 2019. Porque por más que la gobernador­a tenga mayor aprobación, cuando el Presidente cae en las encuestas también cae Vidal, y para que Cambiemos gane a nivel nacional en 2019 es esencial que gane en la provincia de Buenos Aires, y Vidal es la única que podría lograrlo.

En el electorali­smo también magmático hasta se especula con que Macri reforzará su candidatur­a a presidente 2019 anunciando que Rodríguez Larreta será su próximo jefe de Gabinete, como si fuera parte de la fórmula presidenci­al, aunque en un cargo no electivo. Algo parecido a cuando Néstor Kirchner, para aumentar sus posibilida- des en las elecciones de 2003, anunció que Lavagna sería su ministro de Economía si resultaba electo presidente. En el caso de Rodríguez Larreta, su aporte al gobierno nacional serían sus credencial­es como un gran gestor, recreando el exitoso sistema de Macri jefe de Gobierno de la Ciudad de Buenos Aires, donde, en lugar de dos vicejefes de Gabinete como Quintana y Lopetegui, había directamen­te dos jefes de Gabinete, con Larreta y Marcos Peña, uno de gestión y otro de política.

Hoy hasta el último disparate resulta plausible porque, al desvanecer­se las certezas, toda posibilida­d resulta probable. Pero la existencia de tantos candidatos a presidente del panperonis­mo también puede resultar una fortaleza para Macri: que haya muchos también puede significar que ninguno tenga la suficiente fuerza como para hacer inverosími­les a los demás, mientras que desde Cambiemos solo el Presidente tiene el poder.

Argumentos hay a favor y en contra. “Tinelli sí” porque es el más conocido, “Tinelli no” porque ya se agotó el ciclo de los famosos con Reutemann, Scioli y Macri, mientras que ahora haría falta un economista como Lavagna, respetado tanto por los peronistas como por los radicales. También hay quienes creen que Cristina estaría dispuesta a competir en las PASO del PJ y que Unión Ciudadana no llevaría candidatos propios si viera la posibilida­d de que una oposición unida pudiera ganarle a Macri en primera vuelta, y hasta se vuelve con la especulaci­ón de que aceptaría ser candidata a gobernador­a de la provincia de Buenos Aires porque aunque no tuviera los fueros de senadora, la Justicia no se animaría a tocarla con el peronismo de vuelta en el poder.

El futuro es impredecib­le, tanto como que hace seis meses nadie imaginaba este escenario político-económico. Pero que tantos crean que pueden ser presidente­s es un hecho objetivo del presente que indica la debilidad en la que cayó Cambiemos, lo que también se percibe en las críticas que recibe de periodista­s que fueron afines al oficialism­o durante los primeros dos años y medio. Tiene razón Quintana cuando dice que en enero era “el presidente sustituto” mientras Macri y Peña estaban de vacaciones y se lo imaginaba a él al mando de la Casa Rosada, y hoy es el culpable de todos los males. O Marcos Peña, que hasta hace poco se lo comparaba justamente con el marqués de Pombal, el célebre primer ministro de la Corona portuguesa en el siglo XVIII, y junto con Quintana recibe hoy críticas desde todos los sectores.

El magma es líquido mientras se mantiene a altas temperatur­as pero en su recorrido se va enfriando y se solidifica. Todo dependerá de cómo se mantenga la temperatur­a política y económica argentina. Es extraño imaginar una Argentina en llamas el 1º de diciembre con los jefes de Gobierno del 80% del producto bruto del mundo en Buenos Aires por el G20. Y es difícil imaginar también que la reapertura de paritarias por la cláusula de revisión ante una inflación bien superior al 15% no generará hacia fin de año conflictos sociales que influyan sobre el humor general. Pero las cartas aún no están echadas. Nunca lo están.

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