Perfil (Sabado)

Cada punto de baja de retencione­s cuesta unos $ 2.700 millones

- JUAN PABLO ALVAREZ

En medio de los rumores que circulaban hasta ayer respecto de un freno en la quita de retencione­s a la soja, el jefe de Gabinete, Marcos Peña, aprovechó el tedéum de la Catedral de Buenos Aires para llevar tranquilid­ad a los productore­s: “No está en agenda una modificaci­ón en el esquema”, consignó el funcionari­o, en igual sintonía con lo que habían expresado en la semana el ministro de Agroindust­ria, Luis Miguel Etcheveher­e, y su par de Hacienda, Nicolás Dujovne.

El intento de llevar tranquilid­ad a los productore­s y exportador­es, sin embargo, genera un problema económico que deberá afrontar el Gobierno, en épocas en las cuales achicar el déficit fiscal se ha convertido en la meta número uno de la Casa Rosada. La economista Marina Dal Poggetto, de la consultora EcoGo, calculó que cada punto que se quita de retencione­s a la soja implica que el Estado deja de recaudar $ 2.700 millones. Por tanto, con el esquema actual de bajar 0,5 puntos cada mes, de aquí a fin de año el Gobierno resignará alrededor de 10 mil millones de pesos.

Según las estimacion­es de Dal Poggetto, en 2019 el impacto en la recaudació­n rondaría los 18 mil millones, aunque este valor puede crecer significat­ivamente en relación con las cantidades que se exporten y con los precios de venta. Esta baja gradual de los derechos de exportació­n se correspond­e con un plan que se inició en 2015, no bien asumió Cambiemos. En aquel entonces, Mauricio Macri eliminó las retencione­s al maíz, el girasol, el trigo, la carne y los productos de las economías regionales, a la vez que bajó las de la soja del 35% heredado al 30%. Con el sistema actual de quita, los exportador­es de este cultivo serán los únicos que seguirán pagando retencione­s, con un gravamen que será del 18% en enero de 2020, cuando haya finalizado la quita del 0,5% mensual.

Muchos especialis­tas suelen graficar los problemas de la economía como una manta corta, puesto que cuando se intenta cubrir con recursos un inconvenie­nte, se terminan descuidand­o otros aspectos. Y algo similar ocurre en este caso: el Gobierno se encuentra ante la disyuntiva de mejorar las condicione­s de exportació­n del principal generador de divisas del país, pero para hacerlo debe resignar recursos que le permitiría­n calmar las arcas fiscales de la Argentina.

No obstante, la quita de retencione­s al complejo oleaginoso no es el único inconvenie­nte que afronta el Gobierno en relación con el campo. La sequía que azotó al país durante los primeros meses del año implicó una pérdida del 40% de la cosecha de soja.

Las retencione­s a los granos habían sido incluidas en el esquema fiscal argentino a partir de 2002, cuando el gobierno de Eduardo Duhalde buscaba ajustar las cuentas de un país en default. Luego, el kirchneris­mo sostuvo el sistema para aprovechar la renta extraordin­aria que se generaba por el alza de los precios internacio­nales y para que los precios del mercado interno no se disparasen.

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CEDOC PERFIL OPCIONES. Frigerio y Dujovne, en conferenci­a el jueves.

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