Perfil (Sabado)

HACIA EL CORAZON DEL ARCO IRIS

El brillo de la colorida diversidad cultural es sin duda lo primero que impacta de esta ciudad del sudeste mexicano. Además, hay playas, cuevas, gigantes de roca y mucho mezcal.

- FREDA MOON*

Apesar de que los terremotos han sacudido la región, la mayoría de las estructura­s de la centenaria ciudad de Oaxaca permanecen de pie. A la sombra de Monte Albán, la capital de la civilizaci­ón zapoteca, ubicada sobre una colina, núcleo de la actividad multicultu­ral de las tierras altas del sur de México, fue alguna vez un tranquilo centro regional. En los últimos años, la ciudad se ha transforma­do, para bien o para mal, a medida que los extranjero­s y los artistas han sido atraídos por su clima templado semitropic­al, su arquitectu­ra colonial, un emocionant­e ambiente artístico y una rica cultura culinaria. Galerías y hoteles selectos, restaurant­es de lujo y mezcalería­s mez de moda han sido inaugurado­s i uno detrás del de otro. Una ciudad con un ni nivel cosmopolit­a en ascenso.

Día 1. Al Centro

Inaugurado en 2011, el e Centro Cultural San Pablo se ubica en un antiguo convento con dominico del siglo XVI y está rodeado rode por un patio adornado ador con azulejos. Tiene múltiples espacios para exhibicion­es o actividade­s artísticas y exhibe de todo, desde artesanía oaxaqueña –como alebrijes (esculturas de colores de animales fantástico­s), textiles t indígenas y el tradiciona­l barro ba negro– hasta arte art pop, fotografía, presentaci­ones pres de cuartetos cuart de cuerdas e incluso incl el poco común comú espectácul­o de marionetas mario para adultos. El complejo comp también tiene un café, una biblioteca con textos de investigac­ión y una terraza con un restaurant­e resta popular. Au una cuadra, en una tienda ubicada detrás det de una fachada color col calabaza, está est Cabuche: un restaurant­e festivo fe que sirve interpreta­ciones in que hacen homenaje a la comida callejera y a lo tradiciona­l del d mercado. Hay huaraches menonitas, masa

de maíz cubierta con tasajo (carne de res seca y salada), queso Oaxaca, verdolagas (130 pesos, unos 7 dólares) y sopas llenas de sabor, desde los clásicos pozoles (a elegir entre el rojo, el verde y el blanco, desde los 60 pesos o 3 dólares) hasta un picante caldo de camarón conocido como “levantamue­rtos” (unos 130 pesos). Terminado en 1909, un año antes del inicio de la Revolución Mexicana, el grandioso Teatro Macedonio Alcalá tiene una fachada barroca inspirada en el Renacimien­to y está entre los edificios más inusuales en el centro histórico colonial de Oaxaca. La impactante estructura es sede de todo tipo de actividade­s: desde óperas y cine de arte latinoamer­icano hasta conciertos de la Orquesta Sinfónica de Oaxaca y ferias de libros. Cenar pizza en una ciudad venerada por su comida mexicana podría parecer un sacrilegio. Pero en La Matatena vale la pena. Fundado por un matrimonio argentino, el restaurant­e familiar sirve pizzas a la piedra que van desde las tradiciona­les (pepperoni o margarita) hasta las “mexicanas”, como la de chorizo oaxaqueño y chiles poblanos asados, o la de chapulines y tomates. La versión de 25 centímetro­s (a partir de 100 pesos, unos 5 dólares) es un excelente bocado. También hacen empanadas argentinas (60 pesos o 3 dólares) y ofrecen mezcal del colectivo indígena Pro Arte Ayuuk (125 pesos o 6 dólares para una cata de cuatro vasos pequeños). Luego, en La Santísima Flor de Lúpulo conocerá cervezas artesanale­s potentes y originales, todavía una novedad en México (90 pesos o 5 dólares).

Día 2. Recién horneado

Aléjese Al de las tiendas caras de souvenirs a lo largo de las calles del distrito turístico alrededor de la plaza Santo Domingo y busque el taller con grafiti y sala de exhibición de Miku Meko Atelier, que vende textiles tradiciona­les y contemporá­neos. El lugar también ofrece clases de todo, desde telar hasta fabricació­n de botones. Guibani Artesanal solo realiza una actividad (y la hace bien): teje coloridos y artísticos utensilios caseros y muebles, incluida la silla Acapulco, a partir de hilos brillantes de vinilo. Andares

del Arte Popular ofrece artesanías tradiciona­les: desde barro negro y rebozos tejidos a espejos y ornamentos repujados, a buenos precios. Con su fachada desvencija­da y su interior que parece una cueva –oscuro y saturado de barriles y anaqueles con botellas de mezcal sin marca una tras otra–, la Unión de Palenquero­s de Oaxaca no se parece en nada a las mezcalería­s que se han multiplica­do los últimos años en Oaxaca. En vez de eso, esta tienda vende sus mezcales en botellas de Coca-Cola. Pero lo que le falta al mezcal de la Unión de Palenquero­s en su estilo para el empaque lo compensa con una amplia variedad –desde cuishe y tobalá a pechuga– con precios bajos (a partir de 50 pesos o 3 dólares por botella). Sería fácil creer que su producto es de mala calidad, pero no lo es.

Día 3. De clase mundial

El chef propietari­o del restaurant­e más reconocido de México –Enrique Olvera de Pujol–, en Ciudad de México, frecuentem­ente incluido en la lista de los mejores restaurant­es del mundo, abrió en 2016 su primer restaurant­e en Oaxaca, Criollo, que está en un lugar discreto de la Avenida de la Independen­cia. Mientras el servicio en Criollo se encuentra entre los más extravagan­tes de la ciudad, su almuerzo durante los fines de semana es a la carta, con precios modestos. Estas comidas al mediodía, aunque están excepciona­lmente bien hechas, representa­n un cambio más hacia lo tradiciona­l que la cocina por la que Olvera es conocido. Piensa en enchiladas de mole con pollo orgánico, crema y queso (99 pesos o 5 dólares) o en quesadilla­s al estilo del mercado con guacamole a las hierbas (92 pesos o 5 dólares). Luego, el Museo del Ferrocarri­l Mexicano del Sur y el Museo Infantil de Oaxaca. Estas dos institucio­nes (ambas gratuitas), ubicadas en un depósito de trenes renovado y vagones de trenes de carga históricos, ofrecen exhibicion­es dedicadas a la historia oaxaqueña, murales con estilo de arte callejero en los muros de metal oxidado de los antiguos vagones, una biblioteca infantil y un museo para niños en expansión con arte y artesanías, una granja para demostraci­ones y un impresiona­nte patio de juegos que incluye un trampolín. En tu camino de regreso del Centro, haz una parada en la Basílica de Nuestra Señora de la Soledad, donde los domingos podrás ver a las familias con niños lucir sus mejores atuendos. Jardín Sócrates, el patio con azulejos afuera de la catedral, de 1690, tiene una decena o más de tiendas de helados que venden una gran variedad de sabores exóticos, desde pétalos de rosa pasando por tequila y hasta carambola o fruta de estrella, por 30 pesos o un dólar y medio.

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PLENO CENTRO. Fue fundada por aztecas –no por españoles– y se llamó Antequera hasta 1821. De mayo a octubre llueve un poco durante el día y tal vez algo de noche, pero entre octubre y mayo casi no hay precipitac­iones. Se encuentra al sudeste del país,...
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FOTOS: SHUTTERSTO­CK AUTOCTONO. AU Pese a la variedad va de etnias que habitan ha la ciudad, la población po aborigen solo es de 22.400 personas.
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FOTO: THE NEW YORK TIMES / TRAVEL SABROSON. Dicen que quien no prueba mole no debería decir que estuvo en Oaxaca. En las fiestas de la Guelaguetz­a se ofrecen 7 variedades. (Izq.) La Santísima Flor de Lúpulo es una nanocervec­ería, inusual en la región.
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JARDIN BOTANICO. Varias poblacione­s, sobre todo Matatlán, son productore­s de mezcal, que se consume hasta en cremas. En la celebració­n Lunes del Cerro, se venden productos en todos los rincones. (Arr.) Puerto Escondido, sobre la costa del océano...
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FOTOS: SHUTTERSTO­CK
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