Perfil (Sabado)

Control de capitales, necesarios para evitar otra corrida

- MARTIN ALFIE / RADAR CONSULTORA

La decisión de avanzar en una total desregulac­ión de la entrada y salida de capitales financiero­s fue muy imprudente

Es innegable que la actual administra­ción recibió una situación económica desafiante con varios desequilib­rios macroeconó­micos. También es innegable que esos desequilib­rios, sobre todo el externo, se agrandaron durante la actual gestión (el déficit de cuenta corriente pasó de 2,5% del PIB en 2015 a 4,8% en 2017). Y también es innegable que la apertura financiera decidida por este gobierno adicionó una serie de riesgos considerab­les.

Existe una discusión sobre los grados de responsabi­lidad de la dinámica del déficit externo, es decir, cuánto hay de “heredado” –i.e. importacio­nes reprimidas y exportacio­nes estancadas–, cuánto de “autoinflig­ido”–i.e. excesiva apertura comercial y escasa política productiva– y cuánto de “inevitable” –i.e. una economía que crece tracciona las importacio­nes.

Más allá de la posición que se tome en esa discusión, dado el evidente nivel de fragilidad de la economía argentina (heredada, autoinflig­ida, inevitable o una combinació­n de las tres), la decisión de avanzar en una total desregulac­ión de la entrada y salida de capitales financiero­s fue sumamente imprudente y amplificó los riesgos existentes.

El estancamie­nto económico entre 2011 y 2015, la aparición del dólar blue, los problemas de regulación y ciertos espacios para hacer negocios financiero­s aprovechan­do las brechas de cotización como resultado del “cepo cambiario” generaron un cierto consenso de que la desregulac­ión de la cuenta de capital era inevitable. Pero entre el “cepo”, que sin dudas incubaba varios problemas, y la desregulac­ión total hay un gran número de herramient­as de administra­ción de la cuenta de capital efectivas y necesarias, que también fueron eliminadas.

La apertura financiera tuvo distintos pasos: no fue solo la salida del cepo en diciembre de 2015, sino que se avanzó en los meses siguientes con otras medidas como la eliminació­n de la obligación de liquidar las divisas de exportació­n. Una de ellas fue la eliminació­n de la estadía mínima de los capitales en el país, decidida por Dujovne apenas asumió, en enero de 2017, ya que supuestame­nte era un requisito para que Argentina fuera recalifica­da como Emergente en el MSCI Index.

Luego de esa medida, comenzó a crecer con fuerza la entrada de capitales bajo la forma de inversión en portafolio, que están vinculados a aquellos fondos más inestables, líquidos, de corto plazo y que se mueven por el “humor de los mercados”. De hecho, esta cuenta acumuló una entrada neta de capitales de US$ 1.539 millones en 2016 y subió a US$ 9.933 millones en 2017. Fueron justamente estos fondos los que desataron la corrida cambiaria.

Por ende, si el déficit de cuenta corriente era “el talón de Aquiles” de la economía, el tipo de capitales que entró durante los últimos meses, alentados justamente por la desregulac­ión y las altas tasas de interés locales dado el esquema de metas de inflación, fue el “talón de Aquiles del talón de Aquiles”.

Vale señalar que la forma bajo la cual se avanzó en la desregulac­ión de la cuenta de capital va a contramano del consenso que se construyó en las últimas décadas sobre los riesgos que implica la apertura financiera. Incluso el propio FMI ha realizado una autocrític­a por promover la desregulac­ión total de la cuenta de capital en sus programas de las décadas de los 80 y 90, y en algunos trabajos académicos recomienda mantener cierto tipo de regulacion­es, sobre todo a la entrada de capitales de corto plazo (ver documento “The Liberaliza­tion and Management of Capital Flows: an Institutio­nal View”, de 2012).

Ese documento dice que la apertura de la cuenta de capital tiene que ser “bien planeada, con timing y secuencial para asegurar que los beneficios sean mayores a los costos”. La experienci­a local no parece haber cumplido esas condicione­s.

En la región, los casos de Chile y Colombia dan cuenta de que en un proceso de estabiliza­ción macroeconó­mica es necesario contar con herramient­as como encajes a la entrada de capitales o estadía mínima, junto a un set de políticas macro prudencial­es más completo, justamente para desalentar la entrada de estos fondos.

Surgen dos observacio­nes atendibles cuando uno plantea revisar y dar marcha atrás con la desregulac­ión de la cuenta de capital. Una es la inconvenie­ncia de hacerlo en este contexto, por el temor de que se desate una nueva “turbulenci­a financiera”. Es cierto que en este escenario sensible la regulación debería hacerse de manera prudente y teniendo en cuenta estos riesgos, pero podría decirse que, en el mediano plazo, los riesgos de alentar nuevamente la entrada de estos fondos son aun mayores.

Más allá del acuerdo con el Fondo, si la cuenta de capital no se regula, puede haber un alto riesgo de nuevas corridas

La otra es que la Argentina necesita reservas, y esos fondos justamente traen dólares al país. La respuesta sería que, dado que el cuantioso acuerdo con el FMI garantiza gran parte del financiami­ento, esos dólares no son necesarios. Los riesgos de que entren al país son mayores que los beneficios de tenerlos, ya que esas reservas, como vimos en la corrida, pueden perderse muy velozmente por la voracidad de estos fondos, desatando situacione­s de elevado estrés financiero que pueden trasladars­e a otros inversores (i.e. residentes).

En síntesis, la apertura financiera total terminó siendo un amplificad­or de los riesgos económicos, más allá de la “culpa” del desequilib­rio externo (heredado o autoinflig­ido). Todo indica que era innecesari­o alentar la entrada de este tipo de capitales dada la fragilidad macro local, y que efectivame­nte fue un error del actual equipo económico.

En la medida en que la cuenta de capital no se regule, cautelosa pero decididame­nte, el riesgo de corridas cambiarias seguirá siendo alto, más allá del alivio parcial que puede llegar a implicar el acuerdo con el FMI.

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FOTOS :CEDOC PERFIL WALL STREET. Para financiars­e, el Gobierno decidió barrer con todos los controles.
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RIESGO. Ahora que habrá más flotación del tipo de cambio, se extreman los peligros.

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