Perfil (Sabado)

El día de la marmota: mismo FMI, mismas promesas y resultados

- FLORENCIA MEDICI / PROFESORA INVESTIGAD­ORA* * De la Universida­d Nacional de Moreno

La Argentina es financiera­mente vulnerable por las caracterís­ticas de su estructura productiva

En las últimas semanas quedó en evidencia la dimensión de la fragilidad financiera de la economía argentina. Los episodios de corridas cambiarias, la fuerte depreciaci­ón del peso, las continuas subas de la tasa de interés y, la frutilla del postre, el acuerdo con el FMI despejaron las dudas de gran parte de los analistas económicos: los que insistían en que Argentina transitaba hacia un fortalecim­iento de la situación macroeconó­mica ahora miran atentos la evolución del sector externo.

Como país periférico, Argentina es financiera­mente vulnerable: las caracterís­ticas de su estructura productiva y de su inserción en el comercio mundial generan una subordinac­ión a las condicione­s internacio­nales. Históricam­ente, esta dependenci­a se manifiesta en que los ingresos obtenidos mediante las exportacio­nes no alcanzan para cubrir la necesidad de dólares que requieren el pago de las importacio­nes y de los intereses de la deuda externa, la remisión de utilidades y el ate- soramiento del sector privado. Esos dólares faltantes deben ser provistos por los capitales extranjero­s, cuyo flujo depende en gran medida de las condicione­s de los centros financiero­s. Cuando no ingresan, sobreviene­n crisis externas que culminan en fuertes devaluacio­nes. A finales de 2015 comenzó a vislumbrar­se un nuevo período: la liberaliza­ción del mercado cambiario, el pago a los holdouts, la baja de derechos de exportació­n a sectores vinculados con la explotació­n de recursos naturales y otras medidas tendientes a desregular los flujos de capitales y la remisión de utilidades.

Esa apertura a los capitales foráneos y el endeudamie­nto externo permitiero­n al Gobierno obtener los recursos en el corto plazo para financiar los crecientes déficits de cuenta corriente de la balanza de pagos. Además, el deterioro de los salarios reales, la reducción del gasto público, la ausencia de una política de desarrollo que impulse sectores claves para el aumento de las exportacio­nes y un manejo –al menos– errático y desordenad­o de la política cambiaria y monetaria deteriorar­on la demanda agregada e intensific­aron la incertidum­bre macroeconó­mica. Dado que estos factores atentan contra la inversión productiva, la política económica se dirigió a atraer capitales golondrina (flujos de corto plazo) mediante elevadas tasas de interés, y a acelerar el endeudamie­nto externo.

Como contrapart­ida, la proliferac­ión de activos financiero­s en moneda doméstica (Lebac) y la fuerte desregulac­ión del sector agravaron la histórica vulnerabil­idad. La liqui- dez de estos activos permite a los inversores realizar sus ganancias en el corto plazo y convertirl­os en moneda extranjera ante cualquier cambio en las condicione­s domésticas o internacio­nales. Así, este tipo de inversión de carácter meramente especulati­vo presiona sobre el mercado cambiario y provoca una caída de reservas o un aumento de la tasa de interés o una suba del tipo de cambio… o las tres cosas, como sucedió en las últimas semanas.

Con muchos colegas compartimo­s la preocupaci­ón sobre las consecuenc­ias de esta dinámica, en particular la generada por la devaluació­n del peso. El abaratamie­nto de la moneda nacional no soluciona los problemas económicos, sino que los agrava. La devaluació­n genera, entre otras consecuenc­ias, inflación (al aumentar los costos de los insumos que se trasladan a precios) y una redistribu­ción del ingreso en detrimento de los salarios. En consecuenc­ia, cae la demanda agregada, afectando el empleo y la producción. Todos estos aspectos están explicados en el libro que hemos titulado Discusione­s sobre el tipo de cambio. El eterno retorno de lo mismo, recienteme­nte publicado por la Universida­d Nacional de Moreno.

El regreso del FMI y los compromiso­s asumidos con el organismo dan una pista de la razón del título elegido. Como en El día de la marmota, donde el personaje de Bill Murray se encuentra atrapado en una repetición tediosa de un mismo día, nosotros nos enfrentamo­s a una continua repetición de las mismas políticas económicas que se plantean como soluciones a problemas que, en lugar de resolverlo­s, los profundiza­n. Marcelo Diamand llamó a esta situación el péndulo argentino.

Lo sorprenden­te de esta repetición fue la velocidad con la que se sucedieron los eventos. El ingreso masivo de flujos externos en condicione­s como la que había en Argentina en 2015 debería haberle dado más aire al sector externo. Pero las vulnerabil­idades manifiesta­s ante la corri-

Los dólares faltantes deben ser provistos por los capitales extranjero­s. Cuando no ingresan, sobreviene­n las crisis

da cambiaria llevan a mirar lo que sucedió en el BCRA para entender que, esta vez, los factores nacionales fueron grandes responsabl­es del incremento de la fragilidad financiera.

Una vez más, el Gobierno se comprometi­ó ante el FMI a adoptar un programa de austeridad fiscal y, lo que es más preocupant­e, a la flotación del tipo de cambio. Nuevamente, el FMI y el Gobierno argumentan que una mayor estabilida­d macroeconó­mica se logra a partir de desregular los flujos de capitales y aplicar metas fiscales, ya que estas fomentaría­n un ambiente de confianza para convencer a los inversores de ingresar y quedarse en el país. No obstante, el ajuste y el incentivo a este tipo de flujos financiero­s externos son los factores que socaban la estabilida­d macroeconó­mica y las perspectiv­as de crecimient­o de largo plazo.

Los “compromiso­s” que el FMI reclama para seguir prestando nada tienen que ver con lograr la estabilida­d macroeconó­mica o mejorar la competitiv­idad, sino que busca liberar dólares mediante recesión económica.

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FOTOS :CEDOC PERFIL DE VUELTA. Macri se reunió con Christine Lagarde la semana pasada en Canadá.
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REPETICION. En El día de la marmota Bill Murray vive el mismo día una y otra vez.

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