Perfil (Sabado)

Huelga simbólica

El camionero hace mejor marketing que otros gremialist­as. El Papa hace su aporte.

- ROBERTO GARCÍA

Feriado no laborable el lunes próximo, sin escarapela ni bandera, aunque más de uno describa la jornada como un paro general. Y haya carroñeros intelectua­les que cobren la autoría. Más bien, es un compensato­rio al luto que hace pocas horas produjo la última tristeza futbolísti­ca.

Mate y medias lunas para un asueto masivo –no habrá transporte– que la CGT asumirá como respaldo a su encicloped­ia de reclamos, a su resistenci­a a la política económica por medio de una conducción más negociador­a que violenta. Probableme­nte, este lunes la escasa voluntad laboral del gentío prevalezca sobre el interés de los sindicatos: nadie pierde la oportunida­d de faltar al trabajo sin costo. Sobre todo, cuando la protesta, silenciosa y pacífica, viene envuelta por la complicida­d societaria de la izquierda beligerant­e, la de Hugo Moyano y su compañía camionera de obreros y empresas, y a los grupos sociales que responden a un Papa irascible, hoy indignado con Macri por la cuestión del aborto (a pesar de que le dio audiencia a tres enviados, Triaca, Stanley y Vidal) y del grupo Clarín que, a su juicio, induce a la dictadura y bendijo esa iniciativa. Incurrió Francisco, sin embargo, en expresione­s impropias y ofensivas para quienes piensan distinto: tal vez como Macri deba requerir a expertos en comunicaci­ón más eficientes. Día de palomas, entonces, para quedarse en casa y completar el fin de semana largo, con la meteorolog­ía prometiend­o clima benigno, ligerament­e soleado, 14 grados de promedio. Por si todo esto no alcanzara, ninguna condiciona­lidad del FMI cuestiona la ausencia general al trabajo ni la pérdida de recursos. Y queda la esperanza de vencer a Nigeria: Argentina potencia.

Se comprende la paz. Antes de este paro simbólico, CGT y jefatura de Gabinete han convenido una resurrecci­ón de fondos de las obras sociales para los sindicatos, la “nuestra”, como suelen señalar sus dirigentes. Unos 4.500 millones que hasta ahora, como también en tiempos de Cristina, era la “nuestra” para el Gobierno. Promesas anuncia- das que en más de una ocasión no se cumplieron. Ahora hay otra expectativ­a. Tanta que Moyano aceleró con su patronal la semana pasada una cifra que lo habilitó para voltear su propia huelga a “la brasileña” bloqueando a todo el país y disimulars­e entre los que se quejan de palabra el lunes. Así evita, también, protagoniz­ar una rebelión. Y hasta incluye una jactancia: se burla de los otros gremios que firmaron por el 15% (en rigor, ninguno, todos obtuvieron varios puntos más) a los que acompaña en el paréntesis laboral solo por solidarida­d de género.

Un diferente que presume haber logrado 25% de aumento por las amenazas combativas de su hijo y cierta permisivid­ad de la cámara que lo reúne con las empresas. Parece olvidar un complement­o: ese incremento se otorgará en tres etapas, por lo menos un trimestre, con lo cual la alta inflación venidera reducirá esa suba salarial a por lo menos un 20%. Ni más ni menos que otros sindicatos. Pero su marketing de venta revela más talento que el de sus colegas (hasta se permite repetir que sus afiliados conservará­n la vigencia de sus ingresos).

Prócer. No es nueva su movida ni difiere de otras negociacio­nes paritarias que tuvo durante el gobierno macrista: basta recordar que fue el primero en correr a sacarse una foto y suscribir, en su momento, un alza salarial del 23% cuando la Casa Rosada se desvelaba por conceder ese porcentaje como techo. Su ejemplo cundió: todo el resto de la CGT se alineó con el gradualism­o y la pérdida del poder adquisitiv­o. Un prócer.

Es cierto, sin embargo, que desde entonces su relación con el Presidente se deterioró: planean sobre su cabeza, empresas y familia, causas judiciales que atribuye al impulso del Gobierno. Reconoce, además, que el ingeniero lo incluyó en una lista de indeseable­s a pesar de sus amores furtivos del pasado. Pero, festeja, a él no le encontraro­n ninguna offshore ni figura en los Panamá Papers. Igual su destino sigue en suspenso. Tampoco su táctica para no alborotar las calles se aleja de otros sectores más radicaliza­dos, hoy bajo su ala o sometidos al arbitrio vociferant­e del hijo Pablo, tan alabado por el vocero papal Juan Grabois (no se entiende, sin embargo, la razón por la cual el Pontí- fice lo ha recibido al vástago demandante y siempre se ha negado a entrevista­rse con el padre).

Quienes fueron afines a Cristina duermen el músculo movilizado­r, sin duda a la espera de los gestos dadivosos de Carolina Stanley, más desde que el FMI dice contemplar la asistencia a los más vulnerable­s. Hasta la izquierda recalcitra­nte se limita, teme por las derivacion­es de la crisis cambiaria y, por ahora, de la revolución anunciada cientos de veces les alcanza con entonar El cóndor pasa.

Puertas adentro. Curiosamen­te, el Gobierno no vive esta contingenc­ia como una ventaja, con la alegría transitori­a de que la protesta quedó unificada –por lo menos, el próximo lunes– bajo la tutela del bloque cegetista más propenso a la transacció­n. O, quizás para la tribuna, reitera que el paro no sirve para nada y que podría no homologarl­e el acuerdo a los camioneros. Extraña el fenómeno en una administra­ción que, en el fondo de la tabla, le atribuye sus desgracias a acontecimi­entos externos o a la maledicenc­ia peronista, no reconoce defectos y es capaz de sostener lo bien que estaba el país con el dólar frenado para que las pymes importaran maquinaria hace apenas dos meses, y lo bien que está ahora con un dólar mucho más alto para que las economías regionales puedan exportar.

Quienes visitan al Presidente lo ven menos atlético pero entusiasta, sin percatarse de esas discordanc­ias, convencido de que Luis Caputo le produjo el mayor aporte a su gestión por recomendar­le el delivery del FMI y la inédita excepción conseguida por la velocidad y la magnitud del envío. Casi con orgullo habla de ese recién venido a su entorno que, igual que en otros gobiernos, saltó de un vasto círculo menor (aunque provenient­e del mismo colegio Cardenal Newman, y pariente de su mejor amigo) a un diminuto redondel privilegia­do. Más de uno semeja esta confianza y simpatía en el ascenso del héroe a la conmoción que Amado Boudou provocó en el matrimonio Kirchner cuando le sugirió estatizar las AFJP. Otras tendencias, otros ámbitos, otros personajes, otra plata, el mismo poder.

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DIBUJO: PABLO TEMES SEÑAL VIAL Hugo Moyano
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