Perfil (Sabado)

¿Alguna vez te fuiste sin pagar la cuenta?

- FEDERICO RECAGNO* *Secretario general de la Asociación del Personal de los Organismos de Control (APOC), y Secretario general de la Organizaci­ón de Trabajador­es Radicales (OTR-CABA).

La base de algunos chistes se sustenta en aquel que no tiene plata para pagar la cuenta en un restaurant­e después de haber comido. Está el que pone una mosca en la sopa y protesta con indignació­n, con el fin de que no le cobren o aquel que, con resignació­n, se arremanga para lavar los platos para saldar lo adeudado con trabajo.

Las situacione­s confusas, como tantas otras, son campo propicio para que asomen, en algunos casos, la buena fe y en otros la mala.

Está el que se ha olvidado la billetera y recurre al reloj, el documento o alguna ropa para dejar en garantía de pronto pago y está el que comió pensando en irse sin pagar desde el principio, el famoso “paga Dios”.

Para estos ventajeros existen diversas estrategia­s, una clásica es “voy a buscar la tarjeta de crédito al auto y vuelvo” (paga Dios).

Otros, como los bienintenc­ionados, dejan el reloj, pero éste es trucho o se desprenden de un documento venci- do, con domicilio antiguo o adulterado.

Están los que se desafían a sí mismos en dónde y cómo irse sin pagar. Eligen un restaurant­e caro, comen los mejores platos y, simplement­e, se retiran sin saldar la cuenta.

Al regresar a sus casas anotan en el celular el bar al que fueron y suman el monto no pagado a tantos otros logrados de fugas anteriores exitosas. Es una estafa, pero con ánimos de superación.

Otros se escapan sin abonar por venganza. En alguna ocasión, en esos lugares los han atendido mal y la huida deudora es una compensaci­ón.

Están los que se van sin darse cuenta y también los que retornan arrepentid­os porque la conciencia les jugó y perdieron.

Pululan los que se van sin pagar como una travesura, un gusto a darse una vez en la vida. Y, para ir concluyend­o, se da la situación de escapar cuando el restaurant­e pretende cobrar una fortuna por un mal servicio. Justicia por mano propia.

Comer afuera o fuera de casa es, para muchos, una salida, pero para otros es un anhelo a cumplir alguna vez en la vida. Para ellos, no es cuestión de irse sin pagar sino que es esperar el plato que no llega.

En nuestro Estado, entendido como un gran restaurant­e, estamos llenos de los que hacen el “paga Dios”. Como muestra el reciente caso sin condena de las valijas de Antonini Wilson o de ex funcionari­os y algún presidente que saben que no habrá penas y sí olvidos.

Un caso interesant­e de “paga Dios” es el de Oil-Cristóbal López. Desde que comenzó a operar (2013) Oil Combustibl­es no abonó sus impuestos. Un tributo sencillo de controlar ya que las empresas de combustibl­es son muy pocas.

Quincena a quincena presentó sus declaracio­nes juradas, pero no abonó y dos ex jueces nos han dicho que por declarar y no pagar no hay delito, porque para robarle al Estado primero tenía que entrar la plata que la AFIP no requirió.

Argumentos de ciencia ficción para un “paga Dios” con cómplices de 8 mil millones sin actualizar.

Un “paga Dios” realizado por un empresario, alguien de la AFIP y alguien de la Justicia.

¿Cuántos funcionari­os estarán pensando hoy en irse sin pagar? ¿Cuántos ya lo habrán hecho? ¿Cuántos responsabl­es de cobrar los dejarán ir?

Cuando se jura que la Patria nos demande se está hablando de la Justicia.

Mientras tanto parece que la Justicia y tantos más cargan la cuenta a un Dios menor que no paga ni cobra. Los demás no pedimos que Dios nos lo pague, pedimos que Dios nos ayude.

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