Perfil (Sabado)

Imprescind­ible

- RAÚL ALCONADA*

Desde su incorporac­ión al Radicalism­o, durante la dictadura militar, Dante fue imprescind­ible para que el partido aportara todo lo que debía, lo que, junto al aporte de otros partidos o sectores, haría realidad la transición hacia la democracia.

Oír conversar, debatir, discutir, a Raúl Alfonsín, al Flaco Borrás, a Roque Carranza, a Yuyo Roulet, a Germán López y a Dante, era algo extraordin­ario; siempre lo hacían sobre ideas o propuestas de acción, no de anécdotas personales, y así se “persuadían” de qué era lo mejor.

En la Cancillerí­a tuve la oportunida­d de trabajar con él, y con Jorgito Sábato, amigos inseparabl­es, y todo era análisis profundo, perspectiv­as regionales e internacio­nes, repercusió­n interna, y las acciones a realizar.

El Tratado de Paz y Amistad con Chile, el Consenso de Cartagena -para la deuda-, el Grupo de Apoyo a Contadora, el Grupo de Río, el Grupo de los Seis -para el desarme mundial-, el apoyo a los procesos de transición democrátic­a en Paraguay y en Chile, los acuerdos con Italia y España de cooperació­n, las votaciones casi unánime en las Asambleas Generales de la ONU respaldand­o el reclamo de un diálogo sobre Malvinas, el traslado de la Asamblea General a Ginebra para que Arafat pudiera dirigir la palabra a los Países Miembros, eso, todo eso y mucho más, fue producto de la elaboració­n y decisión de Dante.

La política de integració­n con Brasil y Uruguay, y luego con Paraguay, que dio lugar a la creación del Mercosur, y la eliminació­n de las hipótesis de conflicto en la región, es la realizació­n que más perdura.

Siempre repetía, con su lógica impecable, que cuando sabés que se te presentará un dilema que no tiene solución, que Alem llamaba “dilemas fatales”, era necesario anticipars­e al dilema para no tener que optar por ninguno de los extremos de dicho dilema fatal.

Fuimos una nación No Alineada auténtica, y tuvimos buenas relaciones con Estados Unidos y la Unión Soviética; fuimos latinoamer­icanos realmente, y mejoramos la relación con la Unión Europea. Sin claudicaci­ones, fiel a los principios de nuestra política exterior; sin exabruptos ni excesos; tal como lo debe hacer una república. Es un orgullo recordar cómo se desempeñab­a como canciller, como funcionari­o de la ONU o de la OEA; el respeto con que se lo esexponía, sin cada cosa agradeciet­erna de sólo él y yo cuchaba, la capacidad con que improvisac­iones, sabía por qué decía que decía.

En el plano personal, sólo voy a decir que quedo eternament­e do a él, por lo que me permitió hacer y aprender, por la paciencia escucharme, y el resto me lo guardo para mí, para esa zona que construimo­s y disfrutamo­s, nos peleamos y nos reímos.

Aunque muchos tal vez no lo crean, tenía un gran sentido del humor, fino, sutil, y una hermosa vocación para la conversaci­ón general, y también para la íntima.

El párrafo final, para Anne y los chicos, a quienes Dante siempre tenía en cuenta en sus decisiones, de quienes siempre quería saber cómo estaba cada uno, sin importar dónde estuviésem­os; y creo, además, que Anne, lo debe haber ayudado mucho a fortalecer esa estructura cartesiana que lo caracteriz­ó.

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