Perfil (Sabado)

UNA RELACION ROTA EN EL PEOR MOMENTO

EL VINCULO ENTRE SAMPAOLI Y EL PLANTEL LLEGO AL LIMITE. EL TECNICO ESTA CONVENCIDO DE QUE LOS JUGADORES NO LE RESPONDEN, Y ELLOS LO ACUSAN DE NO ENTENDER SU PROPUESTA.

- MARCELO ANDROETTO

Los sonidos del silencio. Hay silencios que hablan, que hacen ruido, que provocan. El vuelo de regreso desde la aciaga noche de Nizhni Nóvgorod hacia la madrugada clara de viernes en Bronnitsy estuvo poblada de fantasmas que presagiaba­n (presagian) el fin de un ciclo para unos y otros. Los tres cachetazos propinados por Croacia visibiliza­ron lo que ya se venía gestando: una fractura aparenteme­nte irreversib­le en la relación entre Jorge Sampaoli y los jugadores.

Ese viaje iniciado en un micro estuvo repleto de palabras no dichas, de pensamient­os rumiantes. Hubo apenas un diálogo, el de Sergio Agüero explicándo­le al entrenador que había caído en una trampa periodísti­ca al contestar que el entrenador “haga lo que quiera”. Quizá un rato antes Sampaoli había sido víctima de un fallido, al afirmar que “el proyecto no le llegó a los jugadores” (luego rectificó: en este partido). Otro actor en la compulsa, Claudio Tapia, pareció tomar partido: optó por abandonar el estadio a la par de Messi. El entrenador caminaba solo, casi cerrando la hilera de la derrota.

Desde su círculo cercano, se afirma que al casildense le soltaron la mano, que los jugadores no están convencido­s ni se van a convencer de la propuesta. Es más, postulan que la goleada croata no hace sino confirmar que el grupo está dispuesto a hacer el mínimo esfuerzo para plasmar la ideología futbolísti­ca del entrenador en la cancha, aunque por esto paguen un alto costo ellos mismos.

Del otro lado del ring, según alguien que tienen acceso di- recto a ellos, Lionel Messi, Javier Mascherano y compañía aducen por lo bajo: “No sabemos a qué jugamos”. En realidad, siguen cantando puertas adentro “Felices los cuatro”, el mensaje nada subliminal que enviaron en momentos críticos de la eliminator­ia. Traducido: más allá de los discursos de ocasión, no quieren saber nada con tres en el fondo. En la previa de Croacia, la cuestión fue motivo de nuevas tensiones.

Sampaoli, con un año sobre sus espaldas de cambios permanen- tes de sis- tema y de nombres, facilita la crítica velada. En realidad, el entrenador se debate en Bronnitsy entre las concesione­s a un grupo de jugadores que de por sí no es sencillo de conducir y la fidelidad a sus conviccion­es. Antes de Croacia hubo una Islandia: ninguna de las fórmulas terminó dando resultado. Y en el entorno de Sampaoli produjo molestia que la mesa chica cuya silla principal ocupa Messi no se hiciera cargo de la experienci­a fallida del debut, con cuatro en la zaga y doble eje central en el medio. “Sincericid­io” o no, la polémica frase sampaolian­a acerca de que este es el equipo de Messi, se constata aquí y allá, antes y ahora.

Los rumores de golpe de estado en pleno Rusia 2018 –con la figura de Jorge Burruchaga como supuesto elegido de los jugadores para reemplazar in situ a Sampaoli- fueron desmentido­s desde uno y otro rincón. No parece factible que el “caso Lopetegui” –con las distancias del caso- se replique en una selección argentina que por unas horas se sintió eliminada antes de estarlo.

En la tarde de ayer, el plantel observó por televisión -separado en grupos y con el cuerpo técnico por su lado- cómo Nigeria potenciaba las chances de alcanzar los octavos, así como pintan las cosas devenidos en el Fuego de Prometeo que antes del Mundial no era menos que llegar con vida hasta la última semana inclusive.

Los cortocircu­itos se venían anunciando desde antes, pero las chispas empezaron a saltar tras el empate con Islandia. El diálogo entre entrenador y dirigidos viene en declive desde entonces, aunque de por sí este grupos de jugadores –cuyos principale­s referentes vieron pasar a varios selecciona­dores- no es propenso a hablar de frente, sino a través de interpósit­as personas, atestiguan cerca de Sampaoli.

En el Bronnitsy Training Center la novedad del bajón de Messi se extendió como reguero de pólvora entre sus compañeros. En el cuerpo técnico reina el desconcier­to sobre las verdaderas razones del estado anímico del mejor jugador del mundo, que quedó plasmado a la vista de todos y de los croatas.

Tampoco le ayuda a Sampaoli el hecho de que la relación con su otrora inseparabl­e ladero Sebastián Beccacese no esté pasando por su mejor momento. Algunos incluso se arriesgan a dar cuenta de una supuesta pelea entre el principal y el alterno que podría haber pasado a mayores antes del viaje a Nizhni Nóvgorod. Por algún motivo, Pablo Aimar –el candidato más potable a ayudante en la mirada del entrenador- se excusó y no quiso agarrar este hierro caliente en un momento inadecuado. El Diego Simeone del audio filtrado, tampoco.

Todo el mundo parece estar dispuesto a guardar las formas, al menos hasta que dure lo que dure el Mundial para Argentina. Reinará el statu quo como en esas parejas cuya relación está muerta y terminada, pero ambos sostienen el vínculo por convenienc­ia. Hasta podría ser que los devenires del fútbol (los resultados) los retrate sonriendo juntos hasta que las cámaras se alejen y queden en la soledad del vestuario.

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DISTANCIA. Entre el DT y los jugadores hay un abismo. Para el martes, solo hay incertidum­bre.
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