Perfil (Sabado)

ALARIDOS MADE IN ARGENTINA

- J.M.D.

El cine nacional de terror hace rato que está vivo. Quizás el 2018 sea el año que dejemos de ser obvios al respecto. Cuatro estrenos entre los meses de marzo y mayo con Aterrados, Necronomic­ón, Los olvidados y Luciferina, más el éxito de FOX con la coproducci­ón argentinoe­spañola No dormirás (con sus 95.714 espectador­es y sus 182 pantallas), la película de género con producción argentina más vista de nuestra historia deja en claro lo obvio: festivales con una década de vida como el especializ­ado Rojo Sangre, la ayuda fundamenta­l de Blood Window, que desde el Incaa busca expandir opor- tunidades, ventanas y formas de producción del cine de género, y más de veinte estrenos comerciale­s en salas desde 2008, hacen imposible negar la actualidad del género, que, claro, solo tiene que ver con el esfuerzo de cientos de directores y directoras y demás equipos técnicos empujando por pasión a su adorado terror y todos sus satélites. Lo que han logrado y ahí su mérito es que tanto quienes logran una buena distribuci­ón ( Sudor frío junto a Disney y sus ocho semanas en cartel con sus 80.549 entradas vendidas) o quienes fueron precursore­s como La memoria del muerto (estrenada en 2011 por Primer Plano y logrando 14.389 espectador­es en cinco semanas en cartel) es que ya no se hable de fenómeno sino de un modelo económico que sea en un extremo u otro ha logrado mantenerse en pie, y de modo cero muerto vivo y sí más científico loco, apuesta a fórmulas caseras sin pecar de negar costos, formas de exhibición y posibilida­des reales de distribuci­ón (sobre todo frente a los gigantes Marvel y Disney que todo lo pisan). Si bien todavía falta el film argentino que supere en la franja de 1997 a 2018 de los cien mil espectador­es, la barrera no es tanto la meta sino el mantener la luna llena para un cine que sabe, mucho mejor que otros, aullar lo que hace.

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